Blog de la Pastoral del Colegio Santa Mª de la Providencia
sábado, 8 de junio de 2024
Transparencia
sábado, 1 de junio de 2024
A mesa puesta
A MESA PUESTA
sábado, 25 de mayo de 2024
Actuar en consecuencia
ACTUAR EN CONSECUENCIA
¡Qué bueno si al menos tuviéramos claro de dónde venimos! Es decir, el trayecto que hemos ido recorriendo hasta el momento hasta llegar a la situación presente. Porque en este mundo de quimeras y memoria volátil, tal vez pecamos de no recordar suficientemente el tesoro que acaudalamos: nuestro pasado y nuestra experiencia. Sepamos cuanto menos de nuestra historia individual como colectiva, ocupémonos ciegamente de banalidades y nada más que banalidades, y es seguro que tan solo alcanzaremos a ser lo que nos digan que somos. Tratemos, por tanto, de poner remedio, y si nos cuentan que hay que saber poco, mal y tergiversado lo que nos ha ocurrido, justamente esforcémonos en escapar de esa visión reductora y somera de la Historia, para desplegar con total libertad y consciencia la evantura de hacer historia particular con los demás. Sé protagonista y actúa en consecuencia.
Para los gurús educativos en boga ya no importan demasiado ni los contenidos ni la memoria, porque a un click tenemos acceso al vasto conocimiento. Falso: la información, los datos acumulados no son conocimiento, se requiere análisis, integración con los conocimientos previos, asimilación, comprensión, interpretación, esto es, pensamiento. Ya nos avisaban los antiguos griegos de los peligros de abandonar la memoria como fuente de saber. Pero es que si hacemos dejación de la memoria y solo vale lo que nos cuentan los gestores del big data, pues es muy probable que nos terminen escamoteando por toda la escuadra la preciada verdad. Tenlo en consideración y trata de actuar en consecuencia.
Como afirmaba George Santayana aquellos que desconocen la Historia están condenados a repetirla. Así es, pues la Historia no sería ya escuela, y por tanto, no sirve como trampolín desde el que comprender lo anterior, vivir el presente y proyectar el futuro, evitando caer en anteriores errores cometidos. Por poner un famoso ejemplo, Winston Churchill tuvo una actuación muy provechosa para la civilización europea porque conocía muy bien a los clásicos, sus batallitas y los avatares de la historia que a través de ellos nos llega. Saber lo acaeció en el pasado capacita para acertar en el aquí y al ahora, de igual modo que desconocerlo dificulta actuar con tino y en consecuencia.
La persona que ha perdido la memoria, simplemente deja de saber quién es y quiénes también son los otros que se encuentran entorno. Y este es un peligro mayor aún que embuclarse en los mismos errores. Si abandonamos el estudio del pasado, terminaremos por no saber quiénes somos e impediremos por ello llegar a ser nosotros. Jamás, por tanto, caigamos en el error de suponer que lo ocurrido anteriormente, nuestra biografía o nuestra historia, son irrelevantes. Importan y muchísimo.
Para descubrir la propia vocación en los procesos personales de discernimiento, es imprescindible revisar el periplo existencial y descubrir el lenguaje de Dios en nuestras vidas. Si vivimos con tanta rapidez, tanto ajetreo, tanta sobreinformación y tanta superficialidad, necesariamente se vuelve imposible hacer hueco a la introspección y a la claridad de quién es uno y lo que Dios y uno mismo quiere ser. ¿Cuándo hacemos tiempo de calidad para exponernos a esta lúcida revisión? Pues así no va entonces.
En la primera lectura de este domingo VIII de tiempo ordinario, solemnidad de la Santísima Trinidad, vemos como el pueblo de Israel, con Moisés, toma conciencia de ser pueblo elegido justo en el recuerdo de su predilección de Dios en la historia. Dios les acompaña en su periplo, y no conviene olvidarlo si quieren saber quiénes son y como encarar el porvenir. Hay que tener presente el itinerario recorrido para poder seguir hacia adelante por el camino adecuado; por los demás caminos uno se pierde.
Los apóstoles y nosotros hemos conocido a Jesús y su mensaje, hemos escuchado y comprobado que Él es quién dice ser: el Hijo de Dios vivo, que murió y resucitó por nosotros; que ascendió a los cielos y ahora está sentado a la derecha del Padre; Que nos entregó el Espíritu para que podamos cumplir con la misión que Él nos ha dado: llevar el evangelio a toda la creación. Tampoco podemos dejar de tener presente nuestra historia personal y colectiva, nuestra identidad y nuestra cultura, nuestra experiencia más profunda y nuestras certezas, para saber quiénes somos, qué no somos y de qué habremos de vivir para actuar en consecuencia con este Dios trinitario que nos habita. Olvidarlo sería necedad, mantener esa vida en nosotros, avivarla y compartirla libremente con todos los hombres de buena voluntad, hermanos e hijos del mismo Padre, es nuestra esperanza. Quien obra en consecuencia no fracasará, sino que sabrá ser feliz.
sábado, 18 de mayo de 2024
Todos a una
TODOS A UNA
No importa de dónde vengas, ni lo que pienses, ni tus miedos, ni tus deseos, ni tus metas; no importa el color de tu piel, ni de tus ojos o de tu pelo; no importa tu edad ni tu pasado; no importan tampoco tus gustos o aficiones. No, en serio, el que importas eres tú, tal y como eres, único e irrepetible. Tú, sí, tú, y siéntete invitado al gran regalo de Pentecostés, con el que queda inaugurado este nuevo tiempo eclesial. Porque en este proyecto común de Dios para la humanidad, tiene cabida el proyecto que Dios dispone para ti. Si eres diferente y singular, si simplemente quieres ejercer tu libertad sin recortes, entonces tendrás perfecta cabida. Dios así te quiere y su proyecto así te necesita. Has sido seleccionado.
Se equivocan los que, desde el desconocimiento, piensan que en la Iglesia no prevalece la diversidad, la libertad y la pluralidad. Puede que justamente sea el lugar en donde mayor reconocimiento y estima se da a los distintos carismas, sensibilidades y estilos. La fiesta de Pentecostés es justamente el inicio plural y diverso de la Iglesia. No solo proclamamos nuestra fe en el Dios que integra tres personas divinas, el Dios Trinitario, sino que además, también la Iglesia está consituida por la unión de muchas iglesias, ritos, congregaciones y movimientos muy variados. Todo lo que promueva el Espíritu es querido, valorado, reconocido y plenamente necesario.
Si lo tuyo es la uniformidad, que todos piensen lo mismo, que todos deban desear y comportarse de modo muy parecido, que la diferencia sea exclusivamente apariencia; si tampoco admites la discrepancia, y te solivianta el que con rigor trata de buscar la verdad escondida, no la verdad oficial de lo políticamente correcto o del mero tópico; si admites ese clima de desencuentro actual, polarización y polémica que nos han hecho asumir como inevitable; si crees que el otro, el diferente a ti está totalmente equivocado, que es tu rival o tu enemigo; si lo ves todo en blanco y negro, sin matices, y el mundo se divide claramente en buenos (los tuyos) y malos (el resto); entonces estás muy necesitado del soplo del Espíritu, para sanarte de cierta tendencia fácil al fanatismo y la intolerancia, para nacer a un nuevo paradigma existencial en el cual la vida en comunión es posible y necesaria. ¡Bendito sea el Espíritu libertador y benefactor!
Tanto es así, que hoy tenemos dos versiones distintas en las que se nos narra de manera diferente la venida del Espíritu. Por un lado la que aparece recogida por el evangelista San Lucas en el Libro de los Hechos de los Apóstoles, y por otra, la del evangelio según San Juan. Una no anula a la otra, no se excluyen mutuamente, sino que se enriquecen y complementan. Por ello, si leemos ambas y las unimos, lo que nos transmiten resulta facilita que podamos entender mejor los beneficios que implica recibir el Espíritu Santo:
1. Permite a los discípulos superar el miedo que les tenía atenazados y escondidos. Tener la confianza necesaria para atreverse y abrir nuevos caminos.
2. Les otorga una paz profunda e inigualable, que libera e integra todo su ser en la aceptación agradecida de la verdad de sus vidas.
3. Abre de tal manera sus entendenderas, que logran reconocer a Jesucristo resucitado, el que es y vive, y esto supone una nueva forma de entender desde la fe la presencia victoriosa de Dios sobre la muerte y el mal.
4. Se llenan de una alegría desbordante y prístina, no superficial y vana, sino de una alegría fundada en la certeza de la pascua y la vida nueva que emerge en todo lo que es, cuando se contempla en el amor de Dios. ¡Bendito sea el Espíritu libertador y benefactor!
5. Son enviados a la misión, a sembrar el Reino de Dios (de justicia, fraternidad, misericordia, concordia...) y posibilitar con su testimonio que en la tierra se inicie ya el cielo prometido.
6. Obtienen una identidad nueva, pues ya son seres bautizados por el Espíritu, y por tanto han nacido ya para la vida eterna, pues participan de la muerte y resurrección de Jesús.
7. Logran hacerse entender, entender y ser entendidos a través de diversas lenguas y culturas. Escuchan y proclaman la Palabra. Son ya valedores del encuentro y el diálogo.
8. Se les concede capacidad (y potestad) para perdonar los pecados y errores que el ser humano se empeña en seguir cometiendo. El mal ha sido y seguirá siendo superado por el amor y el perdón de Dios. ¡Bendito sea el Espíritu libertador y benefactor!
9. Y finalmente consiguen conformar unánimemente, en la riqueza de la pluralidad, en la humildad, la caridad y el servicio, el Cuerpo místico, la Santa Iglesia Católica. Todos nos incorporamos a ese Cuerpo y somos miembros dentro de él para desempeñar con agrado y generosidad nuestras particulares funciones en favor del bien común.
Pero además de todo lo dicho anteriormente, en esta festividad de Pentecostés, el Espíritu no concede sus siete dones para complementar y perfeccionar a los distintos fieles y comunidades según las necesidades que Él estime conveniente. Estos siete dones necesarios son: el don de sabiduría, el don de entendimiento, el don de consejo, el don de ciencia, el don de piedad, el don de fortaleza y el don de temor de Dios. ¿De cuál de ellos te sientes más necesitado para progresar como verdadero cristiano? Pues, recibas los que recibas, acuérdate que no son para ti, sino para ponerlos a disposición de los demás, ya que lo que uno recibe gratis, gratis a de poder ponerlo a disposición de todos.
¿Se puede pedir algo más que lo que el Padre a través de su Hijo nos dona mediante el Espíritu? ¿No es necesario disponerse a recibir la renovación y el impulso que el Espíritu nos concede? Nunca la Iglesia será inmovilista, sino en perpetua transformación por la acción del Espíritu en todos los que lo recibimos y nos comprometemos a vivir más espiritualmente.
Que nuestras comunidades estén prestas y dispuestas para dejarse hacer por el Espíritu que Jesucristo, anunció y prometió. Solo así seremos capaces de ser la Iglesia que Dios quiere y este tiempo necesita.
DÉJATE RENOVAR POR EL ESPÍRITU SANTO
sábado, 11 de mayo de 2024
Vasos comunicantes
VASOS COMUNICANTES
Que nadie se lleve a engaño; no todo es lo que a simple vista pudiera parecernos. Tanto es así que ni siquiera podemos estar demasiado seguros de aquello que hemos dado por sentado conocer. En propiedad ni siquiera conocemos con exactitud lo que precipitadamente afirmamos que no es, pues bien pudiese ser que tan solo lo desconocemos hasta el momento actual. Resulta por ello verdaderamente apasionante querer saber, indagar y cuestionarse. Para nada resulta vano este afán esencial del quehacer humano, bien al contrario, lo lamentable sería desentenderse de la posibilidad de llegar a saber.
Parece bastante claro que para conocer no solo nos es necesario un tipo de saber específico, sino que otros terminan siendo igualmente relevantes y, por tanto, se complementan entre sí, sin anularse entre sí las distintas aportaciones de los múltiples saberes. Las ciencias empíricas, la Filosofía, la Historia, la Teología, la Antropología, la Psicología... todas contribuyen al conocimiento humano. No basta una sola disciplina, de todas precisamos. ¡Ojalá comencemos ya a buscar enfoques más integradores del conocimiento, en lugar de la mera especialización!
sábado, 4 de mayo de 2024
Semejanzas
SEMEJANZAS
sábado, 27 de abril de 2024
Llenos de vida
LLENOS DE VIDA
¿Qué tendrá la vida que a todos nos resulta sobrecogedora y maravillosa? En algunos momentos nos hemos sentido pletóricos de vida, exultantes, vigorizados por el entusiasmo, pero otras veces también nos hemos podido sentir con las fuerzas escasas, como al límite, exhaustos. Contamos ya con experiencia de ambos estados, así como de algunas otras ocasiones en que ni lo uno ni lo otro, tan solo nos encontramos en un término medio aceptable de vitalismo.
¿De dónde nos viene esa fuerza vital? ¿Solo de conseguir aquello que hemos deseado tanto? ¿Puede ser éste un modo serio de perseguir la felicidad? Tal vez nos sirva durante un tiempo: desear, hacer lo que sea necesario para lograrlo, conseguirlo finalmente y pese a quien pese, para volver a empezar de nuevo a desear y perseguir insaciablemente más deseos. Pues bien sabido es que el corazón humano tiende a no encontrar nunca la satisfacción completa en las posesiones y los logros. ¿No habrá que encontrar una manera más efectiva y afectiva para rebosar de vida? ¿Una manera de perseguir la felicidad no consentiría más que tender a lo que nos falta, justamente en atender a aquello que no nos falta?
La vida, por tanto, es un grandísimo regalo, y en principio está llena de múltiples oportunidades insospechadas. ¡Qué triste puede llegar a ser eso de estar triste por no saber captar la gratuidad del don de la vida! A veces nos pueden llegar a lastrar la alegría nuestras preocupaciones, el exceso de trabajo, los temores, los fracasos o cualquier otro condicionante. Si no preguntémosles a los terapeutas. Pero que quede bien claro: nadie está obligado a tratar de ser feliz, menos aún tratando de ser o de aparentar aquello que no se es. Quizá sí pueda ser posible superar todo lo negativo y empezar a vivir en positivo sin dejarse llevar por un deseo desenfrenado y consumista, ni tampoco limitándose a vivir como mandan los cánones que nos indican cómo se ha de vivir. Porque si vives exclusivamente como dicen los expertos que se consigue la felicidad, con mucho conseguirás esa felicidad de estereotipos, pero no la felicidad que tú buscas y necesitas.
¡Cuantos problemas y frustraciones nos vienen de las relaciones que se rompen! Habíamos puesto toda la carne en el asador de amar a esa persona, pero, por unos motivos o por otros, esa relación se resquebraja y pierde. Lo que nos llena más de vida sin duda, a unos y a otros, es el amor. Amor de cien Kilates ¿dónde encontrarlo? Relaciones estables que crecen y son para siempre motivo de verdadera alegría ¿en los cuentos o películas románticas? No solo, pues en el evangelio de este domingo se nos indica: hemos de permanecer unidos al Hijo como los sarmientos a la vid, para rebosar de su vida y poder dar fruto abundante.
Nuestro Padre es el labrador, el que se ocupa de cuidar y cultivar la Vid. Si mantenemos esa unión esencial de vida con Cristo, con su palabra animada por el Espíritu; si permanecemos injertados a este cuerpo de Cristo que es la comunidad cristiana, estrechando lazos fraternos en la caridad y abiertos a abrazar a todo ser humano, no nos faltará el sabio cuidado de nuestro Padre, y daremos mucho fruto, porque estaremos rebosantes de vida.
Lo que hoy ocurre, con tal vez demasiada frecuencia, es que sabemos amarnos muy pobremente, sin llegar a superar el límite de ego. Son solo amores pasionales, egoístas, furtivos y posesivos; solo amores de usar y tirar, que vienen ya van con la obsolescencia programada. Todo resulta pasajero, nada estable, nada firme. Pudiera estar pasando que hayamos terminado siendo víctimas de la volubilidad de las emociones más que de una apuesta que conforma nuestra libertad. Sin embargo, la propuesta de Jesús es firme, hemos de optar y permanecer, y solo así tendremos vida.
Ciertamente, se trata de vivir vinculados al que es el Amor, de manera que ese amor suyo habite y viva en nosotros. Ese amor que da vida muriendo al sí mismo, para entregarse en bien y vida verdadera para los demás, es el que no se extingue, el que no se resquebraja, sino que perdura. Bien lo dice Juan en la primera lectura: "no amemos de palabra y de boca, sino de verdad y con obras". Es decir, vivir auténticamente ese amor fontal que brota en aquellos que permanecen en Él y Él en ellos.
¿Pero es posible un amor así que supera cualquier diferencia y cualquier impedimento? ¿Hay acaso algo imposible para Dios? ¿Podemos amar desde el cuerpo, el alma y el espíritu, esto es con todo el ser? Pues al parecer sí, pero que no te lo cuenten. Si quieres, tendrás que vivirlo y experimentarlo.