sábado, 29 de octubre de 2022

Encajar

 ENCAJAR

Nadie dijo que esto de saber encajar fuese fácil. De hecho suele ser al contrario, pues las formas de ser de cada uno y aquello que esperan de nosotros no suelen coincidir a la primera. También nos pasa muchas veces a nosotros, que nos formamos nuestras expectativas sobre algo o alguien, y luego llega la implacable realidad y, en general, resulta muy distinta a aquello que habíamos pretendido.

Todo un arte esto de saber encajar en un nuevo ambiente o situación. Porque recomponer un puzzle, o rompecabezas, requiere altas dosis de tiempo, esfuerzo y paciencia, que finalmente tiene su satisfacción cuando uno contempla el resultado final y exclama: "¡Completo, lo he terminado. He sido capaz de concluirlo a pesar de la dificultad!".

También cuando encajamos con facilidad con otra persona sentimos una gran alegría, cuando sin tener que cambiar nada de mi ni del otro, nos entendemos a las mil maravillas como si hubiésemos salido del mismo molde, o más bien de un molde común, en el que todo estaba pensado para encajar mutuamente.

Pero la mayor de las veces no sucede eso, sino que hay que limar asperezas de todo tipo para tratar de encajar en lo que salta a la vista como dispar. ¿O acaso siempre todo funciona a las mil maravillas sin ningún esfuerzo para encontrar nuestro sitio en cada uno de los lugares o relaciones en las que nos movemos? Aprender a encajar requiere cierto talante flexible y facilitador: amabilidad, simpatía, respeto, escucha...

Hoy en la lectura del libro de la Sabiduría podemos leer con admiración que para Dios todo encuentra acomodo, que en Él, siendo inmenso, cada uno de nosotros encaja en su plan de amor; porque como dice el texto "a todos perdonas, porque son tuyos. Señor, amigo de la vida. En todas las cosas está tu soplo incorruptible". Sí, así es, todos estamos formados en ese bendito molde, y Él así nos contempla, con un amor que no cesa de descubrir nuestra humilde maravilla. Y todo le encaja prodigiosamente.

Y en el Evangelio tenemos a Zaqueo, que tampoco termina de verse encajando del todo con los demás. Se encarama a una higuera para tratar de reconocer a Jesús que pasa, y resulta que es Zaqueo el que es reconocido por Jesús como único y valioso para ese puzzle del Reino, y le llama. Él le responde con total disponibilidad, generosidad y entusiasmo, porque siente una satisfacción de encajar de verdad en ese plan divino para el que se sabe creado. Ese plan que ni sospechaba y que ahora encuentra lleno de sentido.

Y tú ¿deseas encajar? ¿Dónde? ¿Cómo? Atrévete a descubrir que eres también imprescindible en ese plan que Dios te tiene trazado. Que cuenta contigo y te llama para que seas inmensamente libre en él. Anda, baja de la higuera, levántate de tus miedos o perezas y encájalo.   




 

sábado, 22 de octubre de 2022

Espejito, espejito

 ESPEJITO, ESPEJITO

A unos sí, a otros no; a unos poco, a otros muchos. Y es que hay gente para todo. Ciertas personas en cuanto pueden tratan de verse reflejadas en el espejo (o si no en el móvil o a la que pasan frente un escaparate), y otros cuando no queda más remedio. Amigo lector, no sé tú a qué grupo pertenecerás: a los que se miran con embeleso, o a los que se tienen ya muy vistos. No sé qué uso le darás tú al espejo, pero, tal vez, más que el número de ocasiones en que te complaces en mirar tu propia imagen reflejada, lo que verdaderamente importa es la actitud con que te ves, cómo interpretas lo que el espejo te devuelve.

Todos hemos oído alguna vez que un tal Narciso era al parecer físicamente muy agraciado, pero que se terminó estimando tanto a sí mismo que terminó despreciando y rechazando a todos los demás, para dedicarse por completo a la contemplación exclusiva de su propio reflejo en el agua, al cual terminó arrojándose y por ello pereció ahogado en la la superficie de su propia visión. Es así como los mitos, aunque remotos en los tiempos, no han perdido ni un ápice de su actualidad, pues todavía hoy tienen gran capacidad para advertirnos de esa tendencia tan extendida al llamado narcisismo. Y si no que se lo digan a los psicólogos y psiquiatras.

Tal vez hoy vivamos demasiado pendientes de la imagen personal, quizás porque es la imagen la que entra por los ojos, y a la hora de vender o vendernos es la que cuenta. Pero parece que tal vez se nos ha terminado yendo un poquito de las manos cuando es solo eso lo que cuenta, porque ni las cosas, ni mucho menos aún las personas, somos reducibles a mera imagen. ¿O no habíamos quedado ya en que la belleza está en el interior? ¿Qué pasaría si nos atreviésemos a mirar también al interior? ¿Si al final la belleza singular emanara de dentro hacia fuera? 

Pues el evangelio de este domingo también nos presenta a un fariseo narcisista, muy pagado de sí mismo, es decir, de la imagen que él mismo se había hecho como hombre ejemplar y deslumbrante. Mas a los ojos de Dios, el espejito, espejito que siempre refleja la verdad con tal nitidez que muchos huyen ante la posibilidad de verse reflejados en Él, para mirarse en cualquier otro lugar que sí les satisfaga. Y es que no es tan difícil maquillar la imagen que uno se construye de todo, de todos y de sí mismo.

No quieres esforzarte en descubrir quién eres, en tratar de aceptar y transformar aquel ser que misteriosamente eres, pues entonces quédate solo en lo superficial y recurre al photoshop del burdo engaño. ¿Más cómodo y tranquilo así? Puede que por un tiempo sí, pero tarde o temprano se te terminarán cayendo los palos del sombrajo y tendrás que vértelas contigo, con el yo auténtico que preferiste no enfrentar.

Efectivamente, el fariseo narcisista tenía una altísima consideración de sí mismo, y hasta se la presentaba a Dios, para que que también se la reconociera. Pero Jesús nos advierte que las artimañas que nos vienen funcionando para ocultar la realidad a nosotros no sirven para engatusar a Dios, que siempre distingue diáfanamente la pureza de nuestro corazón y nuestra alma, reconociendo la humildad de los que se saben imperfectos y necesitados del amor sanador de Dios. Resulta que solo estos pueden avanzar, mejorar y aprender a ser con y para los demás.

El fariseo narcisista se autoensalzaba y se sentía muy superior a los demás. Para Narciso nadie era merecedor de su interés y atención salvo él mismo. El Dios de Jesús, por contra, es el que se desvive por los demás, los necesitados, los vulnerables, aquellos que la sociedad afea. 

¿Quieres conocerte o con esa máscara de autosuficiencia estás más que satisfecho? ¿Estás dispuesto a ser reconocido por la mirada misericordiosa de Dios? Porque tal vez donde tú solo veas imperfección Él vea una hermosura incomparable. De igual manera que un padre o una madre saber ver a su hijo hermosísimo, o igual que un pequeño contempla la maravilla del rostro de su madre. Y es que la mirada amante descubre la belleza que todo lo amado irradia.

APRENDAMOS A MIRAR CON LA MISMA MIRADA QUE JESÚS

 

sábado, 15 de octubre de 2022

El poder de la gota de agua

 EL PODER DE LA GOTA DE AGUA

Todos reconocemos la fuerza devastadora del huracán, del volcán o del terremoto, pero no sé si somos conscientes del todo del enorme poder de una gota de agua. Hemos podido observar instalado ya en muchos campos de cultivo, huertos y jardines, un sistema eficaz de ahorro de agua: el riego por goteo. Apenas bastan unas gotas repetidas y frecuentes de agua para transformar en fértiles ciertos terrenos y favorecer grandes cosechas. Y todo gracias al gran poder de cada gota de agua.

Parece que no, pero una pequeña gota de agua, que no tiene dureza alguna, sino blandura y capacidad de adaptación a todas las superficies con las que entra en contacto, cuando va seguida de otra, y de otra más, y así ininterrumpidamente, es capaz de erosionar la piedra. Y una gota, con otra serie innumerable de gotas que vendrán detrás, pueden ir llenando poco a poco una vasija, una piscina, un embalse, y hasta lagos, ríos y mares.

No desestimemos a la ligera la capacidad de una simple gotita de agua, porque aquello que parece no tener casi relevancia, con suma constancia y continuidad, puede llegar a lograr lo que se proponga.

Asimismo, los que se dedican al deporte practicado con regularidad, obtienen mayores beneficios físicos, frente a aquellos que, de vez en cuando se dan una gran paliza entrenando, mientras el resto de los días permanecen dedicados a tareas sedentarias. Así pues, la constancia en el entrenamiento es fundamental para lograr óptimos resultados y para prevenir lesiones.

Y es que hoy el evangelio son vuelve a hacernos caer en la cuenta de la gran fuerza que tiene lo pequeño cuando se realiza de manera persistente. En concreto se nos dice que nuestra oración debe ser reiterada, con ánimo, con esfuerzo continuado, a toda hora, contra viento y marea, insistente, contumaz y esperanzada. Será por ello que decía Santa Teresa -cuya festividad se celebra justamente le quince de octubre- que la paciencia todo lo alcanza. Comienza a practicar la oración y no dejes de seguir practicando. Verás los resultados.

Aunque a la mayoría de nosotros se nos van las fuerzas a las primeras de cambio. Enseguida nos desanimamos y dejamos de intentar aquello que queríamos alcanzar. Vamos a lo fácil, y salvo los que tienen verdadera fuerza de voluntad y persisten incansablemente, solemos abandonar a las primeras de cambio. Sin embargo, Jesús nos pone el ejemplo de la viuda que reiteradamente insiste al abogado en su petición, para que nosotros también no dejemos de orar. Quién sabe si como la gota, que día a día no cesa en su callada labor, alcancemos a ser escuchados.

Sí, gota a gota, empeño tras empeño, con ilusión y corazón, es como se ha producido el comienzo de nuestra III Semana de la Convivencia: con todos (profesores, alumnos, familias) apoyando y aportando. Porque tenemos que procurar seguir realizando lo que nos hace bien a todos: practicar y propiciar una sana convivencia entre todos los que formamos parte de La Provi. Respetarnos, escucharnos y cuidarnos. Porque la perseverancia día a día (gota a gota) en práctica de las buenas acciones, las que favorecen una convivencia integradora, terminan convirtiéndose en buenos hábitos, y estos llegarán a arraigar en nuestro actuar siendo ya virtudes adquiridas.

A rezar, a convivir y a superarse, se aprende con la práctica. Manos a la obra, levántate y empieza.

ESFORCÉMONOS, IMPLIQUÉMONOS Y PERSEVEREMOS EN CUIDAR LA CONVIVENCIA  



  

sábado, 8 de octubre de 2022

Basta con un sencillo gesto

 BASTA CON UN SENCILLO GESTO



La mayor parte de las veces tendemos a simplificar mucho la realidad para facilitarnos su comprensión, y solemos ver o todo blanco o todo negro; o todo bueno buenísimo o todo malo malísimo. Pero sabemos bien que además de los extremos hay también posiciones intermedias, aspectos, matices o detalles importantes que en esa simplificación excesiva se nos suelen pasar por alto. Corremos con ello un gran peligro, pues en el ambiente actual tan crispado, podemos llegar a ser muy manipulables si aceptamos por buenas esas visiones demasiado sesgadas (e interesadas) que se nos ofrecen por doquier.

Por supuesto que nuestro mal tiene remedio, basta con pararse a pensar por uno mismo, reflexionar y discernir, manejando distintos puntos de vista, información verdadera y profunda. Pero de ejercitarse en el saludable ejercicio de discurrir ya nos ocuparemos cualquier otro día, aunque en cada una de las sucesivas entradas de este blog se nos invita semanalmente a ello.

Pues a pesar de todo lo dicho anteriormente, esto es, que debemos también tener en cuenta la gradación de la gama de grises entre los términos opuestos, el evangelio de este domingo nos pone ante una disyuntiva: o somos o no somos agradecidos. O como dijo Hamlet: ser o no ser, esta es la cuestión que hoy nos ocupa.

Resulta que de los diez leprosos que Jesús curó mientras iban de camino, tan solo uno se vuelve y regresa a presentar su gratitud a quien le había puesto remedio a su mal. Todos fueron curados de la lepra, pero además este fue curado de la otra lepra, tan extendida en la sociedad actual, el egoísmo, que nos impide reconocer, valorar y agradecer a los demás lo que hacen por nosotros. Seguramente porque estamos demasiado ocupados con nosotros mismos y nuestras particularidades. ¿Nos queda algún resquicio para lo que no sea solo la autorreferencia?

Sabemos que siempre nos han dicho que de ser bien nacidos es ser agradecidos. A todos nos lo han enseñado desde temprano. Sin embargo, parece que llevamos tanta prisa (o tanto individualismo) que las más de las veces se nos olvida a la hora de llevarlo a la práctica. Pero basta con un solo gesto, una mirada cómplice, una sonrisa afable o con una palabra tan hermosa como "gracias" para al menos devolver al que nos ha ayudado parte del favor que nos ha hecho.

Aquí hay pocas "medias tintas" o somos agradecidos o no lo somos. Párate a pensar hoy un poco en ello, en todo lo que en verdad deberías agradecer y a quiénes. No es tarde, puedes empezar a ser un poco más agradecido. Pero cuidado, porque practicar la gratitud es empezar a sentir una felicidad sencilla y contagiosa; es empezar a cambiarte a ti, a tu mundo y el mundo; es empezar a transformar el mundo en uno mucho mejor, más habitable y humano. Sí y solo con un solo gesto hecho hábito y virtud.

Levántate, empieza por ser agradecido. ¡Hay tanto que agradecer cada día! Tal vez será por eso que Jesús termina diciendo al leproso agradecido: "LEVÁNTATE, TU FE TE HA SALVADO".  Y sí tal vez del agradecimiento a la fe, haya solo un pequeño tramo que recorrer. Recuerda que la palabra eucaristía significa literalmente acción de gracias, y por tanto también ella puede ser una escuela donde aprender a agradecer el inmenso regalo de la vida, una vida plena y agradecida. 

sábado, 1 de octubre de 2022

A todo color

 A TODO COLOR


Afortunadamente nuestros alumnos desde bien pequeños demuestran ser unos grandes artistas. No tienes más que facilitarles una superficie -la que sea- y un buen surtido de colores y serán capaces de crear fantásticas expresiones llenas de espontaneidad y color. Que se lo digan a los profesores de Plástica, desde nubes que parecen caballos, a flores, pájaros, mamá y papá o una versión nada desdeñable de Los girasoles. Y es que entre nuestros pequeños hay mucho talento; nos haría muy bien reconocerlo e impulsarlo.

Y es que, sin entrar en muchos detalles de su composición y comportamiento, la luz, es un absoluto privilegio que nos permite maravillarnos con la belleza de lo que existe. Aunque no todos los animales captamos la luz de la misma manera, ni siquiera los seres humanos percibimos del mismo modo la luz, que es la que nos capacita para apreciar los diversos colores, eso no impide que sí podamos encontrar un gran consenso en cuanto a los distintos colores.

Dicen que para gustos los colores, porque cada uno tiene su sensibilidad y sus preferencias. Y es maravilloso que sea así, que cada uno de nosotros tenga su gusto, su personalidad, su singularidad. Somos únicos, y no hace falta que seamos dos gotas idénticas del océano (que unas veces toma el color verdoso, otras azul cobalto o gris perla) para reconocernos y propiciar así una magistral paleta de muy diversos colores.

La suma de todos los colores, que parece ser que según la Física son solo diferentes frecuencias de onda, produce la luz. Y esta a su vez puede dividirse y produce todos los distintos colores. De igual que la suma de todos convierte la luz en blanca, completa, plena.

Todos hemos podido contemplar con admiración alguna vez cómo pasa esa luz solar por una vidriera con magníficos vidrios de múltiples tonalidades. Tal vez el conjunto de esa inmensa sinfonía de color sea uno de los espectáculos más bello que pueda verse. Y es que una vidriera puede ser un buen ejemplo de lo que debemos ser todos nosotros en nuestra diversidad, pero unidos sumando el brillo particular de cada uno en una armonía nueva y más perfecta.

Así quiere ser nuestra Iglesia, llena de dones y carismas integrados, como una inmensa vidriera en la que todos aportamos la pequeña belleza de lo que somos; donde la luz de cada uno es imprescindible para poder alcanzar y reflejar el rostro de Dios. Que nadie se quede fuera, que todos brillemos juntos e integrados, porque es justamente así cuando el Cuerpo místico de Dios se muestra veraz a los hombres: viviendo la íntima unidad y la comunión en la diversidad. No solo es posible, sino deseable, porque las diferencias no pueden anular la unidad fundamental en el Espíritu y en la caridad.

El pueblo de Dios es diverso, como también nuestro colegio, pero vamos caminando y conviviendo juntos, hoy, que celebramos el Domingo por la Comunión, pero también cada uno de los días. Verás el gozo enorme de vivir entendiendo que aquel que tengo cerca, el prójimo, puede ser reconocido como compañero, como amigo, como hermano.

APUESTA POR LA LUZ FORMADA CON TODOS LOS COLORES