domingo, 19 de diciembre de 2021

En las pequeñas cosas

 EN LAS PEQUEÑAS COSAS


Tanto y tanto podríamos contar sobre la Navidad y sin embargo, corremos el riesgo de no pasar de los mismos lugares comunes de siempre. Aunque, tal vez, tendríamos que empezar diciendo que la Navidad es un misterio admirable e inabarcable. 

Hay un proverbio hindú que afirma que "la grandeza de una flor no es menor que la de una galaxia", pero ¿Es esto comprensible? Y aunque no lo sea del todo ¿es de alguna manera cierto? ¿En qué sentido puede ser comparable o estar contenida la inmensidad del universo en una pequeña flor?

De verdad que, por mucho que nos vayamos acostumbrando a celebrarla año tras año, no podemos dejar de sorprendernos ante el misterio sobrecogedor de que Dios trascendente, que escapa a nuestra concepción y a nuestros sentidos, que escapa del tiempo y del espacio, que es omnipotente y omnipresente, llegue, y de buenas a primeras, se haga hombre, nacido de mujer, concreto, pequeño, frágil, humilde, vulnerable. Y este es el mayor de los misterios, sí, pero además contiene una belleza tal que nos desborda.

Y, sin embargo, es así. Ya lo anunciaban los profetas, que en la aldea más insignificante iba a nacer el ser humano que, además era Dios encarnado, y además se cobijase en más humilde de todos los lugares: en el pobre pesebre que había en un establo. Pero qué noche aquella, tan inolvidable que a partir de aquella, si uno mira el firmamento estrellado, aún puede recordarla y saber que en cualquier otro lugar de este pequeño mundo, estará naciendo otro chiquitín pobre, pero con la misma dignidad de Dios, porque el Dios que nos nace nos regala esa su condición humano-divina ya a todos los seres humanos. Sí, ya desde entonces toda noche está llena de estrellas, muy pequeñitas, pero a la vez inmensas y luminosas, como cada niño que nace.

Decía el otro día un filósofo español que la Navidad es la mayor fiesta de los pobres, y está en lo cierto, lo es. Porque carecemos de tanto, pero tenemos y podemos compartir el mayor de los gozos: nos nace un Salvador, y es Dios y es hombre, y es pobre, sencillo, humilde. No tiene apenas nada, pero en su pobreza es capaz de hacer brillar las estrellas en los cielos de una manera nueva, porque el amor no entiende de riquezas, pero sí de entrega, de aceptación, de solidaridad, de risas, de lágrimas, de abrazos, de sueños, de besos y de milagros.   

Al parecer algún poderoso nos ha recomendado recientemente que desplacemos el término Navidad de nuestras felicitaciones. Pero los sencillos que creemos en este Dios que se hace pequeño y asume la condición de los más pequeños, vamos a seguir diciendo lo que queramos (tal vez porque cuanto más pequeño se es, te puedes permitirte el lujo de ser más libre). Que cada uno se exprese como quiera, pero desde luego, claro que queremos desearos a todos felices fiestas, porque es Navidad, la celebración de los que son capaces de ver la grandeza inmensa de la flor y la pequeñez de la galaxia, o la desconcertante maravilla de este Niño que es inmensamente pequeño y pequeñísimamente grande.

Que este bendito Niño quepa en un rincón chiquitito de tu corazón y verás como la alegría se hace inmensa en ti y los tuyos.


FELIZ NAVIDAD PARA TODA LA PROVI

domingo, 12 de diciembre de 2021

¿Exultar?

 ¿Exultar?


Podemos realmente permitírnoslo. Con la que está cayendo, ¿podemos pretender acaso estar alegres? ¿Tenemos algún motivo para ello? ¿No habremos perdido completamente el juicio para sostener que se puede vivir con una apacible alegría?

Parece inconcebible, pero sí hay gente que encuentra en su vida motivos para estar alegres y compartir su alegría con los demás. A veces todavía podemos escuchar alguna risa en algún lado, y parece como si ese sopor y esa indiferencia, que nos ha venido ensombreciendo de un tiempo a esta parte, esa espontaneidad con la que no ha mucho que vivíamos, disminuyera por un momento. 

Pues sí, las lecturas del tercer domingo de Adviento son unánimes: debemos vivir exultantes de gozo, porque sabemos que aquello que esperamos es ya casi inminente. Sí, la Navidad se aproxima, el Salvador está en camino y todo anuncia su pronto nacimiento. Dios es fiel a su palabra y sus promesas se cumplen siempre. Entonces ¿a qué tanta inquietud? ¿A qué tanto miedo y desilusión?

Efectivamente, nuestras certidumbres van dando paso poco a poco a certezas, pero, además de anhelar y alegrarnos anticipadamente por lo que sabemos que va a acontecer -la venida de Dios nacido de María-, también encontramos posibilidades inéditas para la alegría en lo que cada día nos ofrece. 

¿Sabremos ver esos motivos para la alegría o se nos estarán pasando por alto?

¿Realmente tiene que haber sobrados motivos que justifiquen una sonrisa o la risa debe aparecer por si sola cuando uno vive en modo amor y gratitud? 

¿Dónde comprar esa alegría no fundamentada en ningún motivo externo sino que te surge de pronto por el mero hecho de estar vivo? ¿Y cuánto vale ese antídoto tan eficaz contra la pesadumbre existencial?

Sí, realmente no debería ser tan difícil estar alegre sin más, si además de saber que Jesús está a la puerta, experimentamos que además ya vino y que está con nosotros y entre nosotros, capacitándonos para amarnos y superar con la sola luz de su presencia amante cualquier situación. 

Sí, el está en medio de nosotros y hace que la tiniebla de nuestras tristezas se disuelva que que vaya haciéndose más y más luminosa nuestra espera. Él, que ya está en nuestro mundo, hace posible lo imposible y que tu corazón vuelva a descubrir la dimensión de reilusionarse por la vida, siempre nueva y rebosante. 

¿A qué espera o es que la alegría no va contigo?

Sé creativo, comparte alegría, celebra la vida y todos seremos un poquito más nuestra mejor versión.

 



domingo, 5 de diciembre de 2021

Restablecer los caminos

RESTABLECER LOS CAMINOS


 

Las palabras son poderosas, nos permiten pensar, buscar, conocer, comprender y comprendernos. Por tanto, no da igual las palabras con las que vamos apalabrando el mundo y haciéndolo nuestro. A lo largo de nuestra vida cada uno va confeccionando un diccionario personal con las palabras que adquieren verdadero significado para nosotros, e incluso establecer lo que para esa palabra expresa y evoca. Tal vez este diccionario es el que mejor va a expresar nuestra verdadera identidad.

Entre las palabras que recoge este diccionario tal vez una que no debería faltarnos estaría la palabra "proceso". El Adviento tiene mucho que ver con esa palabra, ya que fija un punto de partida e inicia un camino hacia una meta. En este momento, ¿te encuentras en proceso? ¿en proceso de qué y hacia dónde? Solo si inicias algún proceso podrás llegar a algún sitio, tal vez a la meta que te has propuesto, o al menos te habrás acercado a ella, sí a esa mejor versión que esperas conseguir.

Por ello, en la última entrada de este blog nos preguntábamos por lo que esperas, por lo que buscas, ya que es clave saber hacia dónde quiere uno encaminar sus pasos. Pero no deberíamos dar por supuesto que el camino está perfectamente transitable, sino que a la vez que uno se propone recorrerlo, tendrá además que restablecerlo, reconstruirlo, posibilitarlo, pues por falta de tránsito se nos habrá ido deteriorando. 

¿Estás dispuesto? Ese empeño en tender puentes, restablecer y volver a hacer posibles encuentros es especialmente importante en este tiempo de Adviento

¿Qué relaciones tengo que volver a restablecer entonces?

¿Conmigo? ¿Me escasea la fe? ¿La esperanza? ¿Me he vuelto duro y frío como el mármol? ¿Me sobran desencantos y tristezas? ¿Es suficiente fluida la comunicación con tu corazón? 

¿Y las relaciones con los demás? ¿Cómo son? ¿Alguna de ellas se ha deteriorado y tengo que volver a desbrozarla? ¿Y con Dios? ¿Cuido esta relación también?

Si has sido capaz de contestar a esta preguntas, ya sabes cuál es el momento del proceso en el que te encuentras y cómo has de proceder para encender la siguiente vela que vaya iluminando la venida del Salvador. 

ALLANA CAMINOS, FAVORECE LA APARICIÓN DE NUEVAS SENDAS