ENCAJAR
Nadie dijo que esto de saber encajar fuese fácil. De hecho suele ser al contrario, pues las formas de ser de cada uno y aquello que esperan de nosotros no suelen coincidir a la primera. También nos pasa muchas veces a nosotros, que nos formamos nuestras expectativas sobre algo o alguien, y luego llega la implacable realidad y, en general, resulta muy distinta a aquello que habíamos pretendido.
Todo un arte esto de saber encajar en un nuevo ambiente o situación. Porque recomponer un puzzle, o rompecabezas, requiere altas dosis de tiempo, esfuerzo y paciencia, que finalmente tiene su satisfacción cuando uno contempla el resultado final y exclama: "¡Completo, lo he terminado. He sido capaz de concluirlo a pesar de la dificultad!".
También cuando encajamos con facilidad con otra persona sentimos una gran alegría, cuando sin tener que cambiar nada de mi ni del otro, nos entendemos a las mil maravillas como si hubiésemos salido del mismo molde, o más bien de un molde común, en el que todo estaba pensado para encajar mutuamente.
Pero la mayor de las veces no sucede eso, sino que hay que limar asperezas de todo tipo para tratar de encajar en lo que salta a la vista como dispar. ¿O acaso siempre todo funciona a las mil maravillas sin ningún esfuerzo para encontrar nuestro sitio en cada uno de los lugares o relaciones en las que nos movemos? Aprender a encajar requiere cierto talante flexible y facilitador: amabilidad, simpatía, respeto, escucha...
Hoy en la lectura del libro de la Sabiduría podemos leer con admiración que para Dios todo encuentra acomodo, que en Él, siendo inmenso, cada uno de nosotros encaja en su plan de amor; porque como dice el texto "a todos perdonas, porque son tuyos. Señor, amigo de la vida. En todas las cosas está tu soplo incorruptible". Sí, así es, todos estamos formados en ese bendito molde, y Él así nos contempla, con un amor que no cesa de descubrir nuestra humilde maravilla. Y todo le encaja prodigiosamente.
Y en el Evangelio tenemos a Zaqueo, que tampoco termina de verse encajando del todo con los demás. Se encarama a una higuera para tratar de reconocer a Jesús que pasa, y resulta que es Zaqueo el que es reconocido por Jesús como único y valioso para ese puzzle del Reino, y le llama. Él le responde con total disponibilidad, generosidad y entusiasmo, porque siente una satisfacción de encajar de verdad en ese plan divino para el que se sabe creado. Ese plan que ni sospechaba y que ahora encuentra lleno de sentido.
Y tú ¿deseas encajar? ¿Dónde? ¿Cómo? Atrévete a descubrir que eres también imprescindible en ese plan que Dios te tiene trazado. Que cuenta contigo y te llama para que seas inmensamente libre en él. Anda, baja de la higuera, levántate de tus miedos o perezas y encájalo.
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