EL PODER DE LA GOTA DE AGUA
Todos reconocemos la fuerza devastadora del huracán, del volcán o del terremoto, pero no sé si somos conscientes del todo del enorme poder de una gota de agua. Hemos podido observar instalado ya en muchos campos de cultivo, huertos y jardines, un sistema eficaz de ahorro de agua: el riego por goteo. Apenas bastan unas gotas repetidas y frecuentes de agua para transformar en fértiles ciertos terrenos y favorecer grandes cosechas. Y todo gracias al gran poder de cada gota de agua.
Parece que no, pero una pequeña gota de agua, que no tiene dureza alguna, sino blandura y capacidad de adaptación a todas las superficies con las que entra en contacto, cuando va seguida de otra, y de otra más, y así ininterrumpidamente, es capaz de erosionar la piedra. Y una gota, con otra serie innumerable de gotas que vendrán detrás, pueden ir llenando poco a poco una vasija, una piscina, un embalse, y hasta lagos, ríos y mares.
No desestimemos a la ligera la capacidad de una simple gotita de agua, porque aquello que parece no tener casi relevancia, con suma constancia y continuidad, puede llegar a lograr lo que se proponga.
Asimismo, los que se dedican al deporte practicado con regularidad, obtienen mayores beneficios físicos, frente a aquellos que, de vez en cuando se dan una gran paliza entrenando, mientras el resto de los días permanecen dedicados a tareas sedentarias. Así pues, la constancia en el entrenamiento es fundamental para lograr óptimos resultados y para prevenir lesiones.
Y es que hoy el evangelio son vuelve a hacernos caer en la cuenta de la gran fuerza que tiene lo pequeño cuando se realiza de manera persistente. En concreto se nos dice que nuestra oración debe ser reiterada, con ánimo, con esfuerzo continuado, a toda hora, contra viento y marea, insistente, contumaz y esperanzada. Será por ello que decía Santa Teresa -cuya festividad se celebra justamente le quince de octubre- que la paciencia todo lo alcanza. Comienza a practicar la oración y no dejes de seguir practicando. Verás los resultados.
Aunque a la mayoría de nosotros se nos van las fuerzas a las primeras de cambio. Enseguida nos desanimamos y dejamos de intentar aquello que queríamos alcanzar. Vamos a lo fácil, y salvo los que tienen verdadera fuerza de voluntad y persisten incansablemente, solemos abandonar a las primeras de cambio. Sin embargo, Jesús nos pone el ejemplo de la viuda que reiteradamente insiste al abogado en su petición, para que nosotros también no dejemos de orar. Quién sabe si como la gota, que día a día no cesa en su callada labor, alcancemos a ser escuchados.
Sí, gota a gota, empeño tras empeño, con ilusión y corazón, es como se ha producido el comienzo de nuestra III Semana de la Convivencia: con todos (profesores, alumnos, familias) apoyando y aportando. Porque tenemos que procurar seguir realizando lo que nos hace bien a todos: practicar y propiciar una sana convivencia entre todos los que formamos parte de La Provi. Respetarnos, escucharnos y cuidarnos. Porque la perseverancia día a día (gota a gota) en práctica de las buenas acciones, las que favorecen una convivencia integradora, terminan convirtiéndose en buenos hábitos, y estos llegarán a arraigar en nuestro actuar siendo ya virtudes adquiridas.
A rezar, a convivir y a superarse, se aprende con la práctica. Manos a la obra, levántate y empieza.
ESFORCÉMONOS, IMPLIQUÉMONOS Y PERSEVEREMOS EN CUIDAR LA CONVIVENCIA
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