miércoles, 10 de noviembre de 2021

Despedir y agradecer

 DESPEDIR Y AGRADECER




Empezamos el mes de noviembre como de costumbre, celebrando la festividad de todos los santos, para pasar el día de los difuntos. Es importante tener presente que la vida pasa fugaz y que aquí estamos de paso, porque nos puede ayudar a valorar más cada momento de nuestra existencia y no perdernos en insustancialidades. ¿Qué es la vida? ¿Cómo vivirla? ¿Qué ha sido de tantos seres queridos que ya partieron de este mundo y a los que seguimos tan vinculados por los lazos del amor? 

Es verdad que la sociedad, a menudo comercial y superficial, prefiere que miremos a otro lado y celebremos halloween, en lugar de tratar de nuestras propias tradiciones y creencias cristianas, ¿pero realmente con eso nos vale o nos conduce irremediablemente al vacío?  Puede que para algunos sí baste con la superficialidad, pero el asunto de la muerte es muy serio y tarde o temprano hay que plantarle cara, tratar de asumirle y si es posible buscándole un sentido.

No podemos olvidar las imágenes no demasiado lejanas del Palacio de Hielo repleto de féretros. La muerte es un abismo que cierra de golpe esta vida, pero que abre muchas preguntas, y es tarea del educador que de manera progresiva nuestros alumnos se las vayan formulando, tal vez no para darlas unas respuestas definitivas, pero para sí ponerse en búsqueda de sentido.

El cristianismo, nuestra fe, no escamotea la cuestión de la muerte y se pronuncia con rotundidad: Dios es un dios de vivos. La muerte no es definitiva, sino que da paso a la vida. Queda aquí en este mundo el recuerdo de lo que fuimos y de nuestros restos mortales, pero los seres humanos vivimos, porque Dios, que es amor, ya ha triunfado sobre la muerte, e igualmente nosotros somos creados para vivir y seguir amando. Creemos en la resurrección, porque Cristo ha resucitado ya y está vivo. De igual manera de esta vida, que sabemos que se acaba, se pasa a esa vida plena en el amor con Él y con aquellos que ya partieron, a la espera de la resurrección del final de los tiempos. Por ello, los que ya murieron duermen o descansan a la espera de ese día final y definitivo del regreso de Cristo en gloria.

Ni muere el amor, ni muere la vida, ni muere nuestra esperanza, porque estamos llamados a la vida eterna, que ya empieza en esta, en la que aprendemos a descubrir ese amor fundamental del que estamos hechos y que nos mantiene vinculados entre nosotros.

Aunque la muerte nos haya golpeado recientemente con el fallecimiento de un padre de dos de nuestros alumnos, no podemos dejarnos vencer por la tristeza, aunque como es lógico nos duela su pérdida, sino despedir con amor y honor al ser querido que nos acaba de dejar, y agradecer todo lo que hemos podido vivir, compartir y aprender con él. Agradecemos su vida ejemplar y no olvidamos quién has sido y todo lo que has hecho por tantos.

Tomás, descansa en paz, no te olvidamos.



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