En aquel tiempo, los judíos agarraron piedras para apedrear a Jesús.
Él les replicó:
«Os he hecho ver muchas obras buenas por encargo de mi Padre: ¿por cuál de ellas me apedreáis?».
Los judíos le contestaron:
«No te apedreamos por una obra buena, sino por una blasfemia: porque tú, siendo un hombre, te haces Dios».
Jesús les replicó:
«¿No está escrito en vuestra ley: “Yo os digo: sois dioses”? Si la Escritura llama dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios, y no puede fallar la Escritura, a quien el Padre consagró y envió al mundo, ¿decís vosotros: “¡Blasfemas!” Porque he dicho: “Soy Hijo de Dios”? Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis, pero si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que comprendáis y sepáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre».
Intentaron de nuevo detenerlo, pero se les escabulló de las manos. Se marchó de nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde antes había bautizado Juan, y se quedó allí.
Muchos acudieron a él y decían:
«Juan no hizo ningún signo; pero todo lo que Juan dijo de este era verdad».
Y muchos creyeron en él allí.
Señor Jesús, si la Escritura llama dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios, nosotros somos dioses. Pero no lo somos solo por eso sino porque encarnamos en nuestros gestos, palabras y acciones lo que eres tú.
Señor Jesús, nos gustaría ser dioses para los demás a ejemplo tuyo. Hombres y mujeres cercanos, familiares, cariñosos. Hombres y mujeres disponibles, solidarios y comprometidos. Hombres y mujeres sin dobleces, atrevidos, valientes y embarrados cuando haga falta.
Señor Jesús, nos gustaría ser tu rostro, tus manos y tus pies cuando estemos con los demás. Nos gustaría ser dioses cuando llegue el miedo, la pobreza, la incertidumbre, la duda, las malas rachas, las rupturas, la enfermedad… dioses que hagan a los demás la vida más fácil y más feliz.
Señor Jesús, nos gustaría ser dioses que alegren la vida a la gente, que dibujen sonrisas, que hagan olvidar los errores, que cicatricen heridas, que ayuden a ver el horizonte y a caminar hacia él, que infundan esperanza, fortalezcan la confianza y renueven en los otros las ganas de vivir, de creer y de ser felices.
Señor Jesús, haznos dioses para los demás. Haznos hombres y mujeres que, acogen y hacen vida tu palabra.
Así te lo pedimos. Así sea
Óscar Alonso Peno
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