domingo, 11 de septiembre de 2022

La alegría del reencuentro

 LA ALEGRÍA DEL REENCUENTRO


¡De qué manera tan admirable se va complementando todo aquello que vivimos con la Palabra de Dios! Acabamos de iniciar el nuevo curso, la tradicional vuelta al cole, con todas las penas y alegrías que conlleva. Sí, ya se han acabado las vacaciones, recuperamos los horarios, los madrugones, el esfuerzo, las obligaciones y responsabilidades, pero también recuperamos rostros amigos, besos, abrazos, sonrisas, emociones... Y de nuevo volvemos a estrecharnos las manos (ya sin restricciones ni distancias de seguridad), recuperamos las amistades, los vínculos y complicidades con los demás: me reencuentro con mis compañeros y profesores, y nos alegramos de volver a estar juntos otra vez.

Nos produce verdadera alegría poder volver a relacionarme con todos aquellos con los siento que forman parte de mi segunda familia, porque me reconocen, me aceptan y aprecian. Y yo correspondo a ese recibimiento con entusiasmo.

Pues de igual manera en el evangelio de este domingo XXIV se nos habla de reencuentro, de reconciliación y de alegría y celebración. Nada da mayor satisfacción a la persona que ser para los demás y encontrarse unido con los demás. A veces puede pasar que, por distintos motivos, esa relación valiosísima que tenemos los unos con los otros, se va deteriorando, o simplemente se va perdiendo, y nada hay que pueda producir mayor gozo que poder volver a restablecerla.

Así, Jesús, nos propone hoy tres parábolas: la de la oveja perdida, en la que el pastor va a buscarla y se reencuentra con ella y la vuelve a integrar en el rebaño; la de la mujer que pierde la moneda y la vuelve a encontrar y comparte su júbilo con amigas y vecinas; o la del padre que ve como se aleja su hijo, pero después, pasado un tiempo y un duro proceso de aprendizaje, regresa al amor de padre, y este lo celebra por todo lo alto.

También estas páginas, además de la alegría del reencuentro, nos hablan de la misericordia y del perdón. En realidad, quien más y quien menos, todos hemos metido la pata alguna vez, nos hemos equivocado, y hasta hemos podido hacer daño a otros, incluso a nuestros seres más queridos, interrumpiendo esa relación de cariño, cercanía y confianza. Pero Dios hoy nos invita a reencontrarnos, a restablecer esa relación, a revitalizar el amor por encima de toda ofensa.

¿Es posible recomponer aquella relación resquebrajada? ¿Es posible reencontrar el camino perdido y retomar el camino que posibilita el reencuentro? Sí, lo es, pero para ello hay que sanar previamente tantas heridas. ¡Levántate, ponte en camino y vuelve adonde está tu Padre esperándote! Él nunca se cansa de esperar y además te tiene preparada una gran fiesta, porque eres su hijo y te recobra con vida.

Que este reencuentro de comienzo de curso, tan lleno de alegría e buenas ilusiones, nos indique el mejor modo en el que podemos convivir los unos con los otros en el colegio durante este, y también en casa, siempre creciendo y favoreciendo las relaciones con padres, amigos, hermanos, compañeros, profes. Posibilitemos un nuevo comienzo, concedámonos una nueva oportunidad. 

¿ESTÁS DISPUESTO A REENCONTRARTE CON TODOS Y CON DIOS? 

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