sábado, 24 de septiembre de 2022

Yo para ser feliz quiero un dron

 YO PARA SER FELIZ QUIERO UN DRON




Paso 1º: Tome un papel y un bolígrafo y anote en una lista todo aquello que quisiera, o si lo prefiere y tiene más a mano, un dispositivo digital, ya igualmente sirve realizarla en formato digital. Es decir, ahora mismo tiene usted licencia para plasmar en esa lista sus deseos, sus necesidades, sus caprichos... Por favor, un día es un día, no tenga en cuenta ni el precio de lo que quiere adquirir ni tampoco si se ajusta o no a su poder adquisitivo, solo céntrese en completar su lista de deseos. Anote.

Paso 2º: Revise a ver si se le ha pasado algo por alto. No hay prisa, tómese todo el tiempo que estime oportuno. No por salir corriendo a comprar se le vaya pasar algo importante por alto. Solo una vez que ya esté completa la lista y revisada pase al siguiente punto. Anote.

Paso 3º: Ahora pasamos a realizar un somero análisis: ¿Tiene la sensación de que podría seguir apuntando todavía más? ¿Entre los elementos que aparecen en su lista tal vez haya alguno que realmente no precisa para nada? ¿Cuántos? ¿Cree que podría ser aceptablemente feliz sin la mayor parte de lo anotado? ¿Prefiere hacer sus compras yendo de tiendas o cómodamente desde el sillón de su casa? ¿Considera que en alguna medida está siendo influenciado por la publicidad? ¿Se considera un consumidor responsable o poseído por una fiebre voraz de consumir?

4º Paso: Demos por finalizado el sucedáneo de autotest y pasemos a la reflexión, que es lo propio de este blog.

Da la sensación que en mayor o menos medida vivimos en una sociedad con una tendencia muy considerable a consumir. Tenemos y tenemos casi de todo, pero, no obstante siempre hay algo que nos falta, algo que añadir al carrito de la compra. Pareciera que nunca estamos satisfechos del todo. Que estamos programados con un ávido deseo de necesitar bienes, objetos y enseres de todo tipo y condición. Pero tal vez sea porque nos hemos instalado en una visión cercana, cortoplacista e inmediata, que ve poco más allá del quiero individual y egocéntrico. Y la felicidad se nos termina escapando de entre las manos a pesar de todos nuestros esfuerzos por atraparla.

Por eso nos vendría verdaderamente bien levantar la vista. No mirar tanto las pantallas, los escaparates y los catálogos y cambiar la perspectiva. Comenzar a mirar el mundo, mi vida, la realidad ganando cierta altura, más a vista de pájaro, tal y como logramos divisarlo todo desde las imágenes privilegiadas que nos proporciona un dron. Todo adquiere otro tamaño, menos distorsionado por nuestros intereses. Incluso hasta se descubre una nueva forma de belleza, dotada de un orden que ni siquiera habíamos percibido cuando lo mirábamos desde abajo.

En el evangelio de hoy se nos ofrece esta visión desde las alturas y descubrimos nuestras pequeñeces, tantas veces desapercibidos o aceptados como normales, y descubrimos que estamos demasiado apegados a tantas cosas que hemos podido perder de vista lo real, lo importante, lo que nos permite ser más humanos y fraternos. Ojalá que no lo olvidemos con tanta facilidad y veamos el rostro de nuestros semejantes y seamos capaces de atender a sus necesidades en lugar de centrarnos solo en las nuestras. Sí, resulta que así se ven las cosas desde el cielo, y el evangelio nos lo muestra reiteradamente.

Estemos más atentos a nuestro proceder y cambiémoslo antes de que nos ocurra lo que al rico que no compartió nada con el pobre Lázaro aunque lo tenía postrado a su lado. Lévántate y mira como quien tuviese un dron y lo pudiera contemplar de manera privilegiada.  ¿Cómo lo ves a vista de evangelio?

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