A POR LO MÁS VALIOSO
En la primera carta de San Pablo a la comunidad de los Corintios, que se ha leído este domingo IV de Tiempo Ordinario, nos encontramos con párrafos admirables. En uno de ellos se nos dice que deberíamos "Aspirad a los carismas más valiosos. Y ahora os indicaré un camino mucho mejor. Aunque hable todas las lenguas humanas y angélicas, si no tengo amor, soy como una campana que resuena o un platillo estruendoso. [Aunque posea el don de profecía y conozca los misterios todos y la ciencia entera, aunque tenga una fe como para mover montañas, si no tengo amor, no soy nada. Aunque reparta todos mis bienes y entregue mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, de nada me sirve."
Es una verdad de Perogrullo que si pretendemos ser la mejor versión posible, habremos de seguir el consejo de San Pablo y aspirar a los carismas más valiosos. Sin embargo ¿qué es lo más valioso? ¿Podría ser que lo que es muy valioso para mí no lo sea para ti en modo alguno? ¿Dependería en último caso de los valores con los que cada uno decide vivir su vida o lo más valioso lo es para todos los seres humanos independientemente de sus circunstancias?
Para respondernos a esta pregunta, tal vez demasiado complicada, te invito a que rebobines tu historia, a que vuelvas a pasar por la memoria del corazón tu biografía: ¿cuál o cuales han sido los momentos más felices de tu vida? ¿Cuales los menos felices? Puedes tomarte todo el tiempo que precises e interrumpir aquí la lectura de esta entrada, porque vale la pena sondearse a uno mismo con alguna que otra frecuencia.
Pudiera equivocarme, pero muy posiblemente tus momentos esterares habrán sido -y ten por seguro que lo serán- aquellos en los que te sentiste verdaderamente querido y pudiste querer a lo grande. Sí, es el amor lo que nos colma y da plenitud a todos los hombres, por encima de credos, nacionalidades, gustos y colores. Por ello, San Pablo está muy acertado en su exposición y lo que les escribía a los corintios tiene completa validez también para todos nosotros hoy: aspiremos a los carismas más valiosos, no escojamos lo meramente vistoso.
Y solo el Amor puede posibilitar la mejor de las versiones de cada persona: ama y sé amado, todo lo demás es secundario. Prioriza el amor en tu día a día, en tus relaciones, en tus opciones, y no te quedes en otras ambiciones menos nobles, aunque estén muy consideradas socialmente y cotizadas en las redes sociales. No busques esencialmente los honores, la grandiosidad, el lujo, la opulencia, el poder, el reconocimiento o la vanagloria; busca mejor amar siempre, y solo así encontrarás el tesoro escondido.
El Dios Amor, que Jesús ha encarnado, ya supo vivir así, y nos por ello nos capacita con su amor, con su palabra y con gracia, para que nosotros también podamos vivir como Él, con ese inmenso corazón generoso. Ese es el mayor de los carismas a los que podemos aspirar. Esa es la mejor de las versiones posibles.
¿CUÁNTO ERES CAPAZ DE AMAR?
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