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sábado, 7 de octubre de 2023

Romper la baraja

 ROMPER LA BARAJA


En múltiples ocasiones, y tras grandes esfuerzos, logramos ponernos de acuerdo para realizar una actividad conjunta entre diferentes. Todos asumen su respectiva función, respetan las reglas y saben a qué atenerse y qué esperar. Sin embargo, también conocemos que no siempre salen las cosas como se desean y termina por romperse la baraja del acuerdo, disolverse el pacto establecido, las buenas maneras, y aquí paz y después gloria, cada uno tira por su lado. La vida parece más un camino de encuentros y desencuentros porque estos primeros llevan ya la fecha de caducidad.

Parece que nos cuesta horrores entendernos los unos con los otros, pero cuando más o menos lo logramos, poco dura la alegría en casa del pobre, ya que a las primeras de cambio cualquiera se sale por la tangente. Y esta triste realidad es constatable en todo lugar y desde que tenemos recuerdo de las peripecias de los seres humanos sobre la tierra. Nada, o al menos poco, nos debe sorprender hoy en día el comportamiento excesivamente cerril y desleal de nuestros representantes políticos, que en lugar de buscar posturas tendentes a construir lo común para bien de todos, se afanan en exclusivamente por lo suyo, forzando los acuerdos que marcaban las reglas del juego. Resulta sorprendente lo rápido que lo echamos todo a perder por arrimar exclusivamente el ascua a nuestra sardina. ¿Cómo vamos a pedirles a nuestros representantes que procedan de modo ejemplar y distinto al que nosotros solemos  ajustándonos?

Pero como hemos dicho no es nada nuevo ese modo de proceder, ya el profeta Isaías muestra su enfado cuando el pueblo de Israel opta por alejarse de su Dios, que les sacó de la esclavitud y les constituyó como pueblo próspero, libre y singular. Ellos prefieren romper con el acuerdo y andar obcecadamente por un camino que no es el de Dios, sino el de la injusticia y la deslealtad.

Es como si cuando viviésemos según nuestra complacencia, se diera rienda suelta al pillaje y la maldad. A ver si va a resultar acertado aquello que decía Dostoievski en Los hermanos Karamazov, "cuando Dios no existe, todo esta permitido". Tal vez, una y otra vez, a lo largo de la vida personal y colectiva, necesitamos alejarnos de Dios, tanto física como espiritualmente, para poder hacer lo que se nos antoja, especialmente si es algo poco honroso. Pero aún así las culpas de nuestros desaciertos se las echamos a Aquel que suele terminar siempre cargando con nuestras culpas y pagando los cristales rotos.

Una y otra vez el Dueño y Señor de la viña nos confía el mundo a los seres humanos, y nuestro mundo particular a cada uno de nosotros, deposita nuestro pequeño mundo en nuestras manos confiando en nuestra capacidad. pero una y otra vez recibe el mismo pago: la ingratitud, la queja y la protesta. Una y otra vez, día tras día desde los tiempos remotos, nos otorga la oportunidad de un nuevo día para que hagamos germinal la semilla del bien, y hagamos de este tiempo y lugar un mundo donde crezca la paz, la fraternidad, la gratitud, la generosidad, el perdón, la alegría y el apoyo. Pero, una y otra vez, con fatídico empeño no lo logramos nunca.

No debería resultarnos nada sorprendente que a ese Dios todopoderoso le deberían entrar unas ganas irrefrenables de romper la baraja de manera definitiva; sin embargo, cuando va a romperla, se encuentra que hemos sido nosotros los que hemos roto previamente la baraja que nos había entregado. Pero, Él, con una renovada capacidad de amor vuelve a sacarse una nueva baraja de la manga y concedernos una nueva oportunidad de hacer algo digno con ella, pero volvemos a hacerle trampas con las cartas. Tal vez tratamos de ganar con trucos y engaños al Dios que se deja ganar por amor.

Duros de cerviz y entendimiento es verdad que somos, porque bastaba con tratar de cumplir aquello que nos dice hoy San Pablo en la segunda lectura cuando les dice a los Filipenses: "todo lo que es verdadero, noble, justo, puro, amable, laudable; todo lo que es virtud o mérito tenedlo en cuenta". Sin embargo, preferimos seguir viviendo justamente de modo contrario: practicar la injusticia, vivir en la mentira y el engaño, discriminar, no respetar, ser deshonestos y avariciosos, materialistas, consumistas, individualistas y desagradecidos al olvidar los dones que le debemos a Dios. ¿Es sensato nuestro proceder? ¿Es acertado? ¿A dónde nos conduce este modo de vida?

Al final, queramos o no, se quedarán con el Señor únicamente los que hayan remar a contracorriente, priorizar el amor a Dios y al prójimo de forma decidida e inseparable. El Señor no va a renunciar a su sueño y a su promesa, aunque solo se quede para aquellos que supieron conformar su vida según la voluntad de Dios y, por tanto, se mantuvieron en todo momento a la escucha y siguieron sus pasos. Felices los que en lugar de ingratitud, son capaces de devolverle parte de lo recibido de Dios, y se hacen dignos de haber sido depositarios de tanto don y tanta ternura, entregándole los frutos de sus acciones y lo más preciado de su ser. ¿Tan difícil es atenerse al amor con entrega y lealtad? Somos de Él y a Él nos debemos. ¿Puede haber mejor uso de nuestra libertad?

sábado, 17 de septiembre de 2022

VALOR SEGURO

 VALOR SEGURO



Se suele decir que si quieres saber quién es alguien, es necesario que conocer lo que en realidad ama, lo que valora. Uno mismo se puede también aplicar ese adagio: si quieres conocerte, trata de aclararte qué es aquello que más te importa. Pero es esta una tarea un tanto delicada, porque no solemos tener tan claras nuestras prioridades, nuestros valores, nuestras opciones fundamentales.

El evangelio tiende a hacernos confrontar de raíz con aquello que fundamenta nuestro corazón, a distinguir el grano de la paja y a tratar de tener una mirada profunda, que necesariamente nos permite alcanzar unas altas cotas de libertad personal. Justo eso es lo propio de la Palabra de Dios -además también de algunas otras lecturas-: que nos despierta e ilumina, nos hace levantarnos y empezar a avanzar. Por ello, la lectura y escucha asidua de esta Palabra es sin duda apostar por un valor seguro.

Este domingo el evangelio de San Lucas nos propone que el que es de fiar en lo menudo, también en lo importante es de fiar, es decir, que si uno cuida los detalles, lo pequeño, lo cotidiano, y te entregas y eres totalmente auténtico en cada una de las tareas que realices, serás capaz de mantener esas misma actitud en todo aquello que pretendas afrontar, por ingente que sea; pero si por contra te haces trampas a ti mismo (o a cualquier otro), muy capaz puedes llegar a ser también de engañar en muchas otras ocasiones. Por tanto, se de fiar tanto en lo poco como en lo mucho y podrás fiarte de ti, y los demás también lo harán, porque tú eres un valor seguro.

Pero también el evangelio nos hace caer en la cuenta de cuáles son nuestras ambiciones, cuáles nuestros ídolos, porque "no se puede servir a Dios y al dinero". Qué oportuno resulta que nos recuerden que no lo que nos proponen como lo más valioso (dinero, fama, prestigio, poder, posesiones...) es realmente lo que ambiciona de verdad tu corazón. Y que a menudo podemos estar apostándolo todo a esos valores que no son auténticos ni seguros, sino que llevan a hacerte ir renunciando a todo lo que te da plenitud.

Revisemos por tanto detrás de qué vamos, qué es lo que perseguimos y si es lo que nos conviene, o por contra no nos estaremos perdiendo lo mejor: el encuentro con los que queremos: la familia, la amistad, la sinceridad, el cariño, la ternura... Seamos fieles a nosotros en esto tan pequeño, y terminaremos siendo fieles a la voluntad de Dios: que nos amemos los unos a los otros como él nos ama, porque es este un verdadero valor seguro.

TENLO CLARO, NO TE DEJES EMBAUCAR 


domingo, 30 de enero de 2022

A POR LO MÁS VALIOSO

 

A POR LO MÁS VALIOSO



En la primera carta de San Pablo a la comunidad de los Corintios, que se ha leído este domingo IV de Tiempo Ordinario, nos encontramos con párrafos admirables. En uno de ellos se nos dice que deberíamos "Aspirad a los carismas más valiosos. Y ahora os indicaré un camino mucho mejor. Aunque hable todas las lenguas humanas y angélicas, si no tengo amor, soy como una campana que resuena o un platillo estruendoso. [Aunque posea el don de profecía y conozca los misterios todos y la ciencia entera, aunque tenga una fe como para mover montañas, si no tengo amor, no soy nada. Aunque reparta todos mis bienes y entregue mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, de nada me sirve."

Es una verdad de Perogrullo que si pretendemos ser la mejor versión posible, habremos de seguir el consejo de San Pablo y aspirar a los carismas más valiosos. Sin embargo ¿qué es lo más valioso? ¿Podría ser que lo que es muy valioso para mí no lo sea para ti en modo alguno? ¿Dependería en último caso de los valores con los que cada uno decide vivir su vida o lo más valioso lo es para todos los seres humanos independientemente de sus circunstancias?

Para respondernos a esta pregunta, tal vez demasiado complicada, te invito a que rebobines tu historia, a que vuelvas a pasar por la memoria del corazón tu biografía: ¿cuál o cuales han sido los momentos más felices de tu vida? ¿Cuales los menos felices? Puedes tomarte todo el tiempo que precises e interrumpir aquí la lectura de esta entrada, porque vale la pena sondearse a uno mismo con alguna que otra frecuencia.

Pudiera equivocarme, pero muy posiblemente tus momentos esterares habrán sido -y ten por seguro que lo serán-  aquellos en los que te sentiste verdaderamente querido y pudiste querer a lo grande. Sí, es el amor lo que nos colma y da plenitud a todos los hombres, por encima de credos, nacionalidades, gustos y colores. Por ello, San Pablo está muy acertado en su exposición y lo que les escribía a los corintios tiene completa validez también para todos nosotros hoy: aspiremos a los carismas más valiosos, no escojamos lo meramente vistoso.

Y solo el Amor puede posibilitar la mejor de las versiones de cada persona: ama y sé amado, todo lo demás es secundario. Prioriza el amor en tu día a día, en tus relaciones, en tus opciones, y no te quedes en otras ambiciones menos nobles, aunque estén muy consideradas socialmente y cotizadas en las redes sociales. No busques esencialmente los honores, la grandiosidad, el lujo, la opulencia, el poder, el reconocimiento o la vanagloria; busca mejor amar siempre, y solo así encontrarás el tesoro escondido.

El Dios Amor, que Jesús ha encarnado, ya supo vivir así, y nos por ello nos capacita con su amor, con su palabra y con gracia, para que nosotros también podamos vivir como Él, con ese inmenso corazón generoso. Ese es el mayor de los carismas a los que podemos aspirar. Esa es la mejor de las versiones posibles.

¿CUÁNTO ERES CAPAZ DE AMAR?