sábado, 8 de abril de 2023

¿Te gustan los finales felices?

 ¿TE GUSTAN LOS FINALES FELICES?


Entre unas cosas y otras, y gracias a la gran oferta disponible, nos hemos ido convirtiendo poco a poco en meros espectadores. ¡Qué cómodo es sentarse, encender el dispositivo más a mano y ver la vida pasar, sabiendo que, pase lo que pase, saldremos indemnes de cualquier historieta! ¡Qué gozada saber que se dispone de una experiencia inmersiva, y a la carta, desde nuestro mando a distancia! Basta con encender la pantalla y ponerse a vivir aventuras trepidantes, románticas, truculentas, de acción o intriga, policiacas, de terror, de enredo, fantásticas o distópicas, con solo la ligera molestia de pulsar un botón.

No es nada nuevo reconocer que somos seres altamente emocionales, algo adictos a cierto tipos de emociones. Los fabricantes de ficción lo saben, y por ello no paran en esfuerzos para sacarle el mayor rédito posible. Pero, tal vez, hemos ido cediendo y en lugar de protagonizar nuestras propias vidas, terminamos optado por limitarnos a emocionarnos con lo que nos puedan ofrecer multitud series, películas o lo que nos quieran proponer. Triunfa lo ficticio frente a lo real, lo virtual frente a lo natural sin conservantes. Pero nosotros tan contentos con la programación que nos ofrezcan y entretengan, pues de lo que se trata es de evitar en la cuenta de lo que no estamos viviendo.

Y como grandes consumidores de ocio audiovisual que somos, y, dependiendo de los gustos, la edad y el momento vital de cada persona, habrá los que prefieran los finales abiertos, cerrados, felices, trágicos o inesperados. Pero eso sí, que lo visionado no nos haga interrogarnos demasiado ni comprometernos con nada, porque queremos emociones, sí, pero con frecuencia preferimos los sucedáneos de emociones a las que nos pueda ofrecer la vida, pues estás son reales, más complicadas y hasta más difíciles de digerir, pues hasta llegan a causar dolor.

Hay una historia bien conocida, que ocurrió en la vida real hace ya bastantes años, un acontecimiento cruento y cruel que hemos vuelto a revivir desde entonces año tras año, y por ello está inscrito en lo más profundo de la entraña de nuestro pueblo y la cultura: la pasión y muerte de Jesús de Nazaret, acontecida allá por el año 33 de nuestra era (fechada desde su nacimiento) en Tierra Santa, cuando era gobernador un tal Poncio Pilato. Pero esta no es ninguna ficción de las que tanto nos complacen, sino ocurrió tal y como nos documentan las fuentes historiográficas.

Había algunos que querían que esta historia, la vida de Jesús de Nazaret, tuviese un final cerrado y terrible. Bastaba para ello con condenar a muerte ignominiosa al que tan molesto estaba resultando, tanto a los judíos poderosos como a los imperialistas romanos. Total, otra muerte inocente y asunto arreglado. Pero resulta que esta historia real y verdadera estaba en realidad escrita por el mejor de los guionistas, y no acabó como esos artífices del delito habían planificado. Al principio creían haberse salido con la suya una vez más, pero a los tres días dio un giro totalmente inesperado en la vida cotidiana (no así en las fabuladas), y es que el que había anunciado que era Hijo de Dios y que resucitaría, cumplió su promesa y resucitó. 

Y desde entonces el Resucitado puso el mundo patas arriba, pues los buenos, poderosos y bien pensantes eran ahora los malos, pues proceden con mezquindad para defender exclusivamente sus intereses, no los del pueblo. Logró matar a la muerte, o al menos la arrebató su terrible aguijón, pues desde entonces entreabre a la vida eterna. Y convirtió la cruz, instrumento ominoso de suplicio, en lugar de entrega de la vida, manifestación del amor extremo y de misericordia. Con su resurrección Jesucristo demostró de manera indiscutible que siendo Dios se habría despojado de todo poder y asumió la vulnerabilidad, el sufrimiento y la limitación de los seres humanos.

Así, el final triste de la muerte de Dios encarnado, se ha convertido en el más feliz de los inicios. Pero ahora, cada uno de nosotros puede seguir enganchado a las ficciones de todo tipo o unirte al que verdaderamente ha resucitado y dejar que sea Él el que te haga resucitar de una vida anodina y distraída para pasar a protagonizar una auténtica historia de amor en vivo y en directo. Tú decides si quieres empezar a protagonizar una vida con final feliz. El mejor de los guionistas, el que te hizo criatura suya, tiene justo pensado escribir una maravillosa historia para ti. La tinta es tu libertad. Entre ambos se logrará una vida repleta de felicidad que, además, no tiene fin.   

¡¡¡Él HA RESUCITADO!!! ¿Y TÚ?  




  



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