AJUSTAR LAS CUENTAS
Después de tanta información que nos dan los medios de comunicación y de cantidad de películas y series, hemos terminado asociando el significado de venganza cruenta a lo que antes se expresaba con el término ajuste de cuentas. No todo ajuste de cuentas ha de implicar tomarse la justicia por su cuenta, más bien eso ocurre en ciertos casos en los que no se ajustaron nada bien las cuentas, en que alguno de los intervinientes en el trato no cumplió con lo establecido, faltando flagrantemente al acuerdo, y por eso, acabó en una escabechina. Lo normal es que si uno recibe un bien o un favor, luego trate de devolver aquello que ha recibido, ya que de bien nacidos es ser agradecidos. Pero recordemos que las relaciones entre las personas no han de reducirse a meros negocios.
Porque estamos ya hartitos de gente interesada, personas que solo tratan con los demás para sacar provecho de los demás. Gente sin escrúpulos que sólo buscan su propio beneficio, que tan sólo miran por sí mismos y todo lo que hacen les vale si persigue ese fin. En una sociedad marcadamente materialista e individualista es normal que esto ocurra, sin embargo, aunque esa haya sido la tendencia general de muchos seres humanos, y hayan causado efectos devastadores a lo largo de la historia, no todos hemos de ser así. Es más, cuanto menos seamos así, mejor para todos.
Nosotros no caigamos en ese error tan extendido. Advirtamos que otra manera de estar en el mundo y tratar con los demás es posible. Siempre habrá poderosos sin escrúpulos, capaces de pisar, engañar, manipular, vender, comprar, arruinar, destruir, especular y lo que haga falta, con tal de seguir acumulando ellos, sin preocuparse ni de la pobreza, la hambruna, muerte y desolación que van dejando a su paso. Para estos seres inhumanos la sed de poseer y dominar les impide ver ni las víctimas y ni las consecuencias de sus actos y decisiones. Creen que no tiene que dar cuenta a nadie, peor sí se las exigen a los demás con extremo rigor. Se equivocan por completo cuando creen que se librarán de hacer un balance final y de ajustarse las cuentas. Se consideran más inteligentes que todos los demás, pero demuestran ser unos completos insensatos.
En este domingo XXV de tiempo ordinario el profeta Amós nos pone en sobre aviso ante esta práctica explotadora que practican los malvados y que el Dios del amor deplora, pero los que han sucumbido al dios dinero desprecian esta antigua enseñanza, a la vez que se desentienden del amor divino.
¿Y nosotros? ¿Somos de los que en nuestro vivir tratamos de acaparar bienes a toda costa y valernos de los demás, o por contra, queremos compartir lo que somos y tenemos con sencillez y transparencia? Sin duda, la palabra de Dios nos ayuda a reconocer aspectos no siempre claros de nuestro proceder y tratar de transformarnos. Hemos de dejarnos iluminar por esta palabra que corrige, anima y hace crecer. En este sentido, el evangelio nos resulta muy beneficioso y esclarecedor.
San Pablo, en la preciosa carta a Timoteo nos recuerda que en lugar de vivir con ese horizonte exclusivamente interesado, busquemos mejor el bien común, el que Dios promueve; este Dios Padre que se desvive por nosotros y nuestro bien. Los seres humanos, si estamos dispuestos a vivir conforme a esa voluntad que nos bendice, podremos hacer de este mundo un lugar en el que no se excluye a nadie, sino que se le apoya y cuida; donde sólo se combate por mejorarnos para mejorar el mundo.
No seamos, por tanto, de los insensatos que creen que no habrán de ajustar las cuentas ni consigo mismos ni con los demás, ni con la historia (al menos la propia) ni con Dios. Al final de la vida seremos juzgados del amor con el que hemos vivido; habremos de ajustarnos las cuentas, y ya no habrá posibilidad de más autoengaños ni huidas, la verdad de lo que hemos sido, de lo que hemos hecho con nuestras vidas y nuestros talentos quedará en evidencia. Tan sólo eso: saldrá a reducir la verdad tal cual es. En algunos casos esa verdad será entrañablemente hermosa, porque triunfó la humildad, la bondad y el servicio; pero habrá otros casos en que la verdad dará vergüenza, será nauseabunda, porque tan solo nos movió el egoísmo feroz y la autocomplacencia, el amor al dinero, la violencia y la falta de honestidad, y no habrá ya nada que hacer ni lugar donde esconderse.
Como nos propone Jesús en el evangelio, si somos fieles en lo poco, podemos llegar a ser de manera fehaciente hijos de la Luz, hacedores de bien en lugar de daño. Somos siervos que hemos de elegir bien a quién servimos, para que así nuestras obras puedan presentarse el día que haya que ajustas las cuentas, y nuestra entrega sea reconocida y agradecida. Escojamos al mejor Señor y nuestra labor redundará en beneficio de todos. Ese es el camino de la felicidad compartida y del acierto pleno. Por contra, los que se equivocan en esa elección se destruirán ellos mismos y todo con ellos. No podrán ajustar las cuentas con el Señor de la vida, porque mucho les fue encomendado y lo desperdiciaron, dando más valor a lo material que a lo humano y a lo divino.
A tiempo estamos de acertar y priorizar todo lo que da vida, genera vida, alegría y construye fraternidad. El reino de Dios no sólo es deseable, también es posible, siempre que cada uno de nosotros ponga de su parte. Si tú te transformas, se empieza a transformar a la vez tu entorno.
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