sábado, 21 de octubre de 2023

Salir trasquilado

SALIR TRASQUILADO

Yo creo que a nadie nos gusta que nos tomen el pelo; otra cosa bien distinta es que de vez en cuando nos gasten alguna bromita con la mejor intención, y siempre para reírse con nosotros y no de nosotros. El sano humor y la alegría siempre son necesarios, y hasta beneficiosos, entre verdaderos amigos. Por la misma razón tampoco se nos ocurriría tratar de burlarnos de los demás, pues en consecuencia lo que no te gusta que te hagan a ti, tampoco deberías quererlo para otros. Aunque esto es algo claro y transparente, no está de más recordar que en esta semana por la convivencia que nuestro colegio va a celebrar juntos en estos días, pueda servirnos para seguir permitiéndonos seguir cuidando el buen clima en nuestras relaciones.

Sin embargo, no todas las personas llevan esa recta intención a la hora de tratar y convivir con los demás. Tal vez algunos se crean más o mejores que los demás, y por tanto, para ellos sería correcto engañar o manipular al resto. Tristemente es demasiado frecuente hoy en día recibir bulo tras bulo en los medios de comunicación, por lo que, o estás avisado e hilas fino en el marasmo de informaciones dispares, o, por exceso de candidez, habrás de vivir engañado y confundido.

Un buen ejemplo, y contra toda sensatez y cautela, lo vemos en el evangelio de hoy Domingo XXIX, ya que a los que ostentan el poder, gente ducha en el robo, la tergiversación de la verdad, la manipulación y el engaño, tratan de poner a prueba la capacidad de discernimiento de Jesús, al que llamaban ya entonces Maestro. ¿Pero cómo se les puede ocurrir que van a pillar en un renuncio a Jesús, el Hijo de Dios? ¿En qué cabeza cabe que le iban a saber liar con sus subterfugios para que cayese fácilmente en su trampa? La sola pretensión de considerarse capaces de poder atraparle, deja manifiesto no solo la maldad de su corazón, sino también la torpeza e ignorancia de sus mentes. Jesús es el Camino, la Verdad, y la Vida, y por tanto, todo intento de apagar esa luz está destinada al fracaso. Ciertamente no reconocían al que tenían delante.

Tienen delante al que, como muy bien habían declarado, ni se fía ni de las apariencias, ni de los vanos halagos, ni se deja atrapar en preguntas, puesto que es el verdadero Maestro y conoce la importancia de las preguntas para distinguir exactamente entre la verdad y lo que no lo es: lo admitido sin pensar, lo políticamente correcto, lo que, en definitiva, permite que se mantengan (y hasta terminen pudriéndose) tal cual están y se dan por hecho todas las cosas, el status quo.

Aún así que se le acercan algunos fariseos y herodianos, tan ladinos y seguros de su malintencionada sagacidad y, después de presuntamente alagarle, pues le dicen que Él no juzga según las apariencias, le proponen la consabida preguntilla capciosa: "¿es lícito pagar impuestos al César?". Y es que si contestaba que sí, ya podían ponerle en contra del pueblo que le seguía, pues entonces se declaraba partidario de colaborar con el imperio romano que ocupaba sus territorios y les expoliaba con gran cantidad de impuestos. Pero si contestaba que no, se ponía oficialmente en contra del poder político establecido, y por tanto, sería considerado un insurgente más, un proscrito al que habría que poner a buen recaudo cuanto antes.

Sí, Jesús, acertadamente les responde a su vez con otra pregunta "¿De quién son esta cara y esta inscripción" (de la moneda con la que pagáis los impuestos)? Pues, ahí lo tenéis. "pagadle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios". Ni más ni menos. Es decir, no mezcléis, no confundáis, no embadurnéis: a cada uno lo suyo, lo político por un lado y lo religioso por otro.

Que no nos confundan tampoco a nosotros. No siempre los problemas son lo que parecen o lo que quieren que parezcan. Incluso una guerra puede parecer que enfrenta a pueblos y religiones distintas, pero tal vez utilicen a pueblos y religiones como escusas fáciles de enfrentamiento y división, cuando en realidad son conflictos que obedecen a otros intereses geopolíticos ocultos, y los pueblos, las religiones y el ser humano de a pie, somos las víctimas. 

¿A qué lado te sitúas, eres prorruso o proucranianio? ¿Propalestino o proisraelí? ¿Del César o de Dios? No, esa no es la pregunta, sino ¿Estás a favor del hombre, de la vida, de la justicia y los derechos humanos? ¿Estás a favor de la paz, la convivencia y la voluntad de entendimiento? ¿Estas por el bien o por el mal? ¿Eres de Dios? Pues habrá que dar a Dios lo que es de Dios, es decir, todo el bien y el amor de que seas capaz, esto es, dar mucho y buen fruto.

Pero además, Jesús, con su respuesta deja zanjada la separación entre religión y gobierno, que no deben estar unidas, pues cada una de ellas ha de dedicarse a lo suyo propio; aunque sí sería conveniente entenderse por el bien de los hombres, del desarrollo de sus condiciones de vida y su libertad.

Por ello, los misioneros, dedicados en cuerpo y alma a encarnar el evangelio y a promover el Reino de Dios, no cejan de trabajar por la promoción del ser humano, la justicia y el bien común, porque es una exigencia radical del evangelio, inseparable del anuncio de la buena nueva que sana y salva. Hoy domingo del Domund, les tenemos bien presentes, oramos por ellos y, en la medida de nuestras posibilidades, colaboramos con ellos.

Ojalá los gobernantes desde su papel tratasen de contribuir también a la paz, la justicia, la convivencia y el bien de los pueblos. Tal vez, sobra ideología, que termina enfrentando a los hombres y países, y falta amor. Tal vez nos falta astucia para no caer en embelecos y empezar a distinguir mejor la verdad. Jesús lo tenía claro, ni se dejó Él embaucar, ni debemos tampoco nosotros dejarnos embaucar por los embaucadores de un u otro lado, sino que busquemos a Dios y sus obras. Tratemos de ser misioneros de ese mundo fraterno, donde en lugar de armas y monedas (o denarios), de intereses y lucro desmedido, haya pasión por el hombre y caridad.

Y que los que fueron con intención de tomarle el pelo a Jesús, o aquellos que siguen intentando tomárnoslo a nosotros, terminen quedando trasquilados una vez más.

CONVIVAMOS EN PAZ LOS UNOS CON LOS OTROS,

EN EL COLE Y EN TODA LA TIERRA.  


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