viernes, 1 de abril de 2022

Escrito sobre la arena

ESCRITO SOBRE LA ARENA 





Lo escrito sobre la arena no perdura. Llega el viento, remueve los pequeños granos del suelo, y tan humilde página retorna al estado anterior a la escritura. Entonces ¿para qué escribir? ¿Escribir por escribir o tal vez querías dejarnos solo el gesto, dándonos opción a múltiples opciones interpretativas?


No podemos saber a ciencia cierta lo que Jesucristo se puso a escribir en el suelo con el sencillo instrumento de su dedo. No podemos más que imaginar los trazos de su letra. También ignoramos si escribías en griego o hebreo. Pero sí sabemos que esa es la única vez que los textos evangélicos te representan escribiendo al mismo tiempo que guardabas silencio, y lo hacías en el lugar más básico posible: el suelo.


A lo mejor el mensaje que nos dejaste escrito, y que debe ser el suelo o la base de todo nuestra vida, es que antes de juzgar a nadie, sepamos también hacer silencio y mirarnos en verdad y con misericordia a nosotros mismos. Y que en lugar de demandar con urgencia la condena del frágil, volvamos la mirada a nuestra propia fragilidad.


Yo quisiera aprender de ti a mirar así como tú nos miras. Te llevan delante a una mujer a la que han hallado cometiendo adulterio. Una mujer a la que todos ya han sentenciado como culpable, para que te pronuncies y así poder criticarte después, tanto como si te muestras benévolo como si lo haces inflexible. Pero tú tienes la capacidad de salirte de su mirada estrecha y de sus pretensiones. Tú logras ver a la persona con una mirada limpia, porque miras a lo oculto de su corazón y ves en ella un amor de tal calibre, que es infinitamente más hermoso que cualquier error que haya podido cometer. Eres hombre como nosotros, pero sabes mirar como Dios, con toda la misericordia del Padre, tal como nos hablas de Él una y otra vez.


Esa mirada sobre la persona, que la restaura en lugar de condenarla; esa mirada que aprecia, sana y restablece; esa mirada que no es según la Ley escrita en piedra y sus múltiples preceptos, sino el único precepto que importa, el que ve integralmente al ser humano, con toda su libertad y dignidad. Esa mirada que no se resiste a la grandeza de lo pequeño que demanda tanto amor. Queremos y necesitados ser mirados por ti como miraste a la mujer adúltera, y después escucharte decir:


"Yo tampoco te condeno. Vete, y en adelante no peques más"


Que hablen los ojos, que escruten la verdad del corazón. Y que escuchen más aquellos que se sienten muy seguros en lo políticamente correcto, en lo consabido o en el prejuicio, y que actúan según un protocolo previamente establecido. Enséñanos a mirar así, con esos rayos equis de la compasión, y sabremos descifrar la escritura imborrable con la que has escrito prodigiosamente cada rostro.


Descubramos ese mensaje que escribe Jesús en cada uno de nosotros, no en piedra, para que se nos haga evidente y de obligado cumplimiento, sino en esa materia sutil de nuestra libertad. Allí podremos leer las más hermosas palabras que tan solo un hombre, que también es Dios, puede escribir. Pero para descubrir esa secreta escritura hemos de aprender a mirar, y a mirarnos, con esa mirada con la que tú nos miras sin prisa alguna el alma.







No hay comentarios:

Publicar un comentario