sábado, 28 de enero de 2023

Un mundo al revés

 UN MUNDO AL REVÉS


Somos animales de costumbres. Una vez que nos hacemos a un hábito, nos cuesta Dios y ayuda salirnos de él. Es muy sencillo seguir haciendo las cosas como siempre se han hecho. Y a veces puede ser conveniente mantener una sabia tradición por su enorme valor, pero esto no asegura que lo que siempre se hizo de una manera siga siendo la mejor forma de reiterarla.


Lo malo ocurre cuando los esquemas mentales se nos vuelven fijos e invariables. Ese síntoma tan frecuente nos va anquilosando las mentes y el corazón, impidiendo la flexibilidad necesaria para crecer, transformarnos y transformar nuestra manera de concebir el mundo. Entonces uno se impide a sí mismo todo aprendizaje. Y si no se tiene cuidado uno se puede terminar convirtiendo en un fanático intransigente de tomo y lomo, de los que se quejan mucho pero aportan poco, pues ven el fallo en todo lo exterior y en todos, más no saben descubrirlo en ellos mismos.


Afortunadamente hay modo de prevenir esa distrofia esclerotizante y anuladora. Se me ocurre que la lectura siempre nos debería abrir a nuevas y ideas y propuestas. Otra práctica muy recomendada es trabajar la atención y la creatividad, como si siempre se estuviese comenzando. Y, sin más ánimo de agotar las propuestas, habría también que añadir: no dejar nunca de soñar a lo grande o escuchar las palabras de Jesucristo y tratar de llevarlas a la práctica. Y ciertamente esta última recomendación, siendo tal vez la más difícil de realizar, bien podría ser la de mayor alcance. ¡Qué manera tiene Dios de entender al ser humano y su realización! Esta manera de comprender la vida posee la capacidad de desinstalarnos radicalmente de todas nuestras inercias acomodaticias. Y si no me crees aquí la tienes:


"Al ver a la multitud, subió al monte. Se sentó y se le acercaron los discípulos. Tomó la palabra y los instruyó en estos términos: Dichosos los pobres de corazón, porque el reinado de Dios les pertenece. Dichosos los afligidos, porque serán consolados. Dichosos los desposeídos, porque heredarán la tierra. Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados. Dichosos los misericordiosos, porque serán tratados con misericordia. Dichosos los limpios de corazón, porque verán a Dios. Dichosos los que trabajan por la paz, porque se llamarán hijos de Dios. Dichosos los perseguidos por causa del bien, porque el reinado de Dios les pertenece. Dichosos vosotros cuando os injurien, os persigan y os calumnien de todo por mi causa. Estad alegres y contentos pues vuestra paga en el cielo es abundante."


Así de claro, nuestro mundo visto al revés es el querido por Dios, y el mundo al revés de Dios es al que hemos terminando plena validez. Todas las demás proclamas reivindicativas se quedan cortas, no llegan a ponerlo todo patas arriba, pero la de Jesús de Nazaret sí.

  • Solo los que son pobres de pasiones mundanas dejan sitio en el corazón a la pasión de Dios por el hombre.
  • Solo los que han sufrido pueden saber del consuelo del Amigo fiel, y haber aprendido a consolar también al hermano.
  • Solo los desposeídos conocen aquello que nadie puede arrebatarles y son capaces de compartir lo que son y lo que tienen.
  • Solo los que tengan hambre y sed de justicia aspiran a una realidad conforme al sueño de Dios.
  • Solo los que practican la misericordia con el hermano han experimentado, experimentan y experimentarán la misericordia del Padre misericordioso.
  • Solo los que miran con limpieza plena de profunda de corazón podrán gozar de la magnitud inmensa de la obra de Dios que es la vida, cada vida.
  • Solo los que se afanan por pacificarse y pacificar sus relaciones con los demás pueden recibir propiamente el apelativo de hijos de Dios.
  • Solo los que son rechazados y perseguidos por tratar de vivir conforme al evangelio están realizando ya el Reino de los Cielos en la Tierra.
  • Solo es esta la manera de alcanzar la dicha no perecedera, la plena bienaventuranza, esa que anuncia y promete el Dios con nosotros, el que pasó por la vida haciendo el bien, sanando y salvando, a todos nosotros los hombres.


No sé tú, pero yo lo tengo claro esta locura de mundo propuesta me parece de lo más lúcida, la más seductora, sin duda la mejor posible. Está cargada de sentido y es además promesa segura.

¿TE LO VAS A SEGUIR PENSANDO O LO INTENTAMOS YA?    


      

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