AÚN QUEDA TIEMPO
De manera inexorable, sin hacerse casi notar, como de puntillas, el reloj no da tregua a ninguna hora, y sigue su curso ajeno tanto a nuestras alegría y a nuestras penas, que de todo hay según vengan los acontecimientos, y según también cómo se los tome cada uno. Habrá quien prefiera no caer en la cuenta del avance incesante del tiempo, y vivir como si nada sucediese, como si no pasara la vida, como si no fuera con él. ¿Es que acaso no notas los estragos que la edad va produciendo en ti como el más artero de los artesanos? ¿Qué sería si no de la potente industria de cosméticos que ralentizan, supuestamente, el deterioro apreciable del cuerpo? ¿Qué esfuerzos no se exige la investigación farmacéutica en I+D para garantizarnos, sea como sea y cueste lo que cueste, una larga vida saludable y feliz?
Les habrá también los que miran hacia atrás con nostalgia, seguros de que cualquier tiempo pasado fue mejor, aferrándose a recuerdos de una etapa ya ida, como si el cielo y la tierra nueva prometidos no pudieran ser más que el Edén primero. Sin embargo, en las lecturas de este domingo XXXIII se nos recuerda que el tiempo sigue sucediendo, y que de igual manera que hubo un comienzo para todo, es seguro y esperable que llegará también el fin. Lo sabemos, es de sobra sabido, aunque prefiramos olvidarnos, como si con ello, sumidos en la ignorancia voluntaria, nos fuese más asequible seguir viviendo al margen de lo que termine ocurriendo.
En la anterior entrada de este blog, veíamos que a veces todo se renueva misteriosamente, como si no tuviese nunca fin; se trataba aquello que calificábamos de inagotable, y que nos predisponía a entregarnos generosamente en todo aquello que emprendamos. En este final de tiempo ordinario, se nos presenta otro aspecto imprescindible, contrario y complementario: la caducidad. Hemos de estar por tanto atentos a lo que acaece y a los signos de los tiempos; hemos de vivir prevenidos, como si todo fuera a cumplirse y terminarse de un momento a otro. Que no nos pille despistados, sino bien informados y preparados para actuar de manera adecuada y responsable.
No están de más las alertas, esas que a veces aunque necesarias, terminan llegando demasiado tarde. Esta no nos llega al móvil, nos llega directamente por vía del evangelio. Estad avisados; estad en sobre aviso; estad alertas, atentos, vigilantes, porque en el momento menos pensado ocurre lo que siempre termina ocurriendo. No hay modo de evitar lo inevitable ni de remontarse atrás, al pasado, para tratar de poner remedio a lo que ya no tiene remedio, aunque en su día sí lo tuvo. Actuemos cuando aún quede tiempo, sí ese tiempo tan preciado y necesario que se nos escapa tan callando.
Prepárate, pues, ahora, para lo que venga, que no te pille a contra pie, y no dejes de ser consciente que se cumplirá el plazo, tarde o temprano. Aún estamos a tiempo, y por tanto, aprovecha, disponte, céntrate en lo esencial e importante y no dejes que se te escape tu propia vida por los derroteros que no quisieses. Espabila, aún estás a tiempo; aún nos queda algo de tiempo, aunque no sepamos calcular con precisión cuánto será. No dejes para mañana lo que debas ser hoy. Apresúrate a cambiarte hoy mismo, porque se cumple el tiempo, la tarde avanza y ya va apagándose lentamente el día. Recapacita, reflexiona: ¿Estás viviendo? ¿Estás amando? ¿Estás cumpliendo con lo que se te ha pedido o dejaste que se te fuese la vida en entelequias y bobadas?
Nadie cuenta con todo el tiempo del mundo, y por ello, lo quieras o no, lo sepas o no, al final se te pedirá cuenta. ¿En qué gastaste tu tiempo? ¿Qué fue lo que hiciste con tus talentos? Y entonces, con el tiempo cumplido, no habrá vuelta de hoja, entregarás lo que has sido sin subterfugios ni engaños, la sola verdad de lo que hiciste y fuiste, y Dios misericordioso sabrá corresponderte.
Entonces ¿Qué mejor que ser desde ya muy Provi? Porque sí, también se cumple el tiempo estipulado y llega ya el día de la Provi, el día de Santa María de la Providencia, la fiesta de nuestro colegio. ¿Te estás preparando? ¿Vas a vestirte de gala, como la ocasión lo merece, o es que piensas quedarte al margen, sin venir, vivirlo ni celebrarlo con todos los que formamos el colegio? Tú decides.