sábado, 31 de diciembre de 2022

Puestos a vivir

 PUESTOS A VIVIR


En ello estamos todos, en aquella noble aventura de ir viviendo. Cerramos un año, el 2022; un año que no ha sido ni mucho menos tan bueno como hubiéramos deseado. Pero es que los deseos son solo eso, deseos, buenas intenciones, aunque no todo lo que deseemos esté en nuestras manos conseguirlo. No por ello hay que desengañarse y dejar de desear, porque los seres humanos tenemos que tratar de tener los mejores deseos, y además, intentar llevarlos a cabo denodadamente. Podríamos incluso llegar a afirmar eso de "dime qué deseas y te diré quién eres". Desemos y desémonos lo mejor, y tratemos de alcanzar esas metas hacia las que nos apuntan los deseos. Se nos abre un nuevo año, contamos por tanto con un horizonte en el que tenemos licencia plena para desear, y desear que nuestros deseos se vuelvan realidad.

Al acabar un año es casi obligado hacer cierto balance, pero no necesariamente al modo que hacen los contables, ni tampoco uno demasiado apresurado, sino de un modo personal; ello nos permitirá ser mucho más conscientes de lo que hemos vivido en el año que se extingue, lo que se nos ha dado, lo que nos ha faltado, lo que nos ha sorprendido y no esperábamos, y tantas y tantas personas que me han acompañado en este recorrido temporal. La entrada de este blog quiere ser una invitación a realizar ese saludable ejercicio de reflexión personal: ¿Qué has aprendido? ¿Qué has descubierto? ¿En qué has mejorado? ¿Qué aspectos habría que enmendar o reforzar para ser más el que uno es? Si quieres puedes ayudarte de un papel y un bolígrafo, porque anotar a veces puede ayudar a pensar y expresar lo que uno piensa.

También es verdad que en el transcurso de este año se nos han ido personas muy queridas, pero además de recordarlas y echarlas de menos, vamos a tener una mirada agradecida por la huella hermosísima que nos han podido dejar. ¿Estás dispuesto/a a mantener vivo su legado? Tal vez esta sea la mejor manera para que los que ya se han ido perduren para siempre en nuestro amor. Entre otros, justo el último día del año fallecía, exhausto, tras una vida totalmente entregada a Dios y la Iglesia, el Papa emérito Benedicto XVI. Trataremos de mantener viva también su ejemplo y sus enseñanzas. Gracias a todos ellos.

Y, ¿cómo no? al terminar un año se nos abre otro lleno de oportunidades y retos, y debemos estar a la altura de lo que vaya viniendo. En estos últimos años hemos tenido que reaprender que nos necesitamos los unos a los otros, que lo que nos sobra es egoísmo e individualismo, y que solo saldremos adelante si nos apoyamos y somos para los demás. Tal vez este año toque seguir por este mismo camino de trabajar todos juntos en la superación de todos los problemas y en el aportar soluciones. En nuestro colegio así lo creemos y así tratamos de vivirlo día a día. Nos lo enseñaron las Hijas de Santa María de la Providencia, y es que además somos Educación y Evangelio, este es nuestro proyecto, nuestro empeño, nuestra ilusión. 

Puestos a vivir ya en el año nuevo que vamos a estrenar, sería oportuno también hacerse una lista de intenciones, vamos a avivar las ganas de desear y poner toda la carne en el asador para lograrlos. No desees en mediocre, ni en tacaño, ni en modo particular exclusivamente; puestos a desear deseo que desees un mundo más humano, como el que Jesús nos ha propuesto, un mundo en que reine la belleza y el bien, un mundo por el que merezca la pena apostar.

Y ya que tenemos unos deseos muy parecidos ¿no vamos a ponernos manos a la obra día a día y hombro con hombro? Cuenta conmigo, yo estoy contigo para ayudarte a alcanzar tus deseos. Y si quieres tú los míos. No tenemos ninguna lámpara maravillosa, ni tan siquiera una bonita varita mágica, pero tenemos la ilusión, la fe y la fuerza para levantarnos y luchar por ellos, y cuando luchamos juntos es muy difícil que nada pueda pararnos. Para Dios todo es posible, y para nosotros, con Él, también.

¡¡¡MUY FELIZ 2023!!!  

sábado, 24 de diciembre de 2022

No tan solo apariencias

 NO TAN SOLO APARIENCIAS


Con qué frecuencia decimos u oímos que si sí, que si no; que si verdadero, que si falso; que ni fú ni fa; que ni blanco ni negro, ni verde ni marrón, sino todo lo contrario; que si eso lo será para ti, que porque tú lo digas; y hasta que todo vale, porque en realidad hemos terminando devaluando aquello que cae en nuestras manos y termina valiendo poco o nada. Por tanto, si todo acaba siendo solo producto de consumo, sin que nos percatemos, terminan dándonos el cambiazo y nos presentan un estupendísimo sucedáneo de la Navidad, con abundancia de adornos, luces y regalos, pero tan solo un espejismo de  la auténtica fiesta religiosa.

Quizás vivimos en tiempos de demasiada aceleración y de mucha confusión, y hasta podríamos decir que de ocultación y de ofuscación. Resulta que no es fácil aclararse en esta maraña de significados alternativos y divergentes tan en boga. Por lo que es lógico llegar a plantearse: ¿Y yo dónde me sitúo en todo esto de la Navidad? ¿Qué es para mí? ¿Cómo he de vivirla?

Ciertamente no es sencillo orientarse entre tanta confusión. Precisamos esa estrella fugaz que nos vaya orientando desde el oropel de los palacios a la desnudez insólita de portal. Pues no era previsible que algún momento fuera a ocurrir algo tan imprevisible como que Dios nos nazca. Entonces todo ese decorado prefabricado, aparece como una inmensa farsa aburridísima que funciona con tremenda eficacia para que no nos enteremos de nada y sigamos atrapados por las innumerables distracciones. Tal vez muchos prefieran seguir en el engaño que descubrir la realidad y asumirla. Para ellos la Navidad es solo un cambio temporal de decorado, pero sin sentido alguno.

Hoy, sin embargo, en el comienzo del Evangelio de San Juan se nos afirma sin medias tintas lo impensable, con lo que no contábamos, que realmente acontece: Dios se hace hombre y asume nuestra humilde condición iluminándola, esclareciéndola y dignificándola. Y entonces, de igual manera que no quisieron aceptar en su día esa misteriosa y admirable verdad de la irrupción de Dios en la tierra, tampoco ahora, pasados los siglos, seguimos sin concederle ni la mínima credibilidad a este hecho que ha transformado nuestra historia y nuestras historias, tachándolo de locura, insensatez o pura leyenda inverosimil.

En este mundo de miras exclusivamente pragmáticas, cómo vamos a aceptar por buena semejante noticia: que viene  el Dios todopoderoso a asumir nuestra carne, que Dios se nos hace pequeño, frágil, mortal y vulnerable. ¿Puede ser Dios así? ¿Nos puede cabernos a nosotros esta buena nueva insólita en la mollera? ¿Y acaso nos puede caber en el corazón? Evidentemente no, y sin mucho cabilar, nos apresuramos a seguir cabilando en nuestras sensatos asuntos, sí, esos que salen por las pantallas a todas horas.

Pero también hay algunos pocos que no se dejan llevar solo por las apariencias, y que en esa luz especialísima que brillaba la noche eterna en que nació el Salvador, descubren una bellísima verdad tal vez solo reservada a los sencillos, a los que permanecen en velan y son capaces de escuchar en el silencio del firmamento estrellado los cantos de los ángeles que anuncian la gloria de Dios, la encarnación del Enmanuel.

Cada uno de nosotros puede ser de los que se quedan con las apariencias, que por las razones que sean se ven sometidos a su imperio, o por el contrario, de los que se dejan sorprender por lo inaudito: ese Dios apasionado por los hombres, capaz de, contra todo pronóstico, asume nuestra pequeñez y nuestra grandeza.

Si decides ser de los que sí acogen esa luz que brilla en las tinieblas, podrás llegar a descubrir, admirar, emocionarte y adorar a ese Niño Dios que nace sin alaracas, en lo discreto; que toma por trono un humilde pesebre de un establo, en una remota aldea llamada Belén. Ese Dios no es según este mundo, aquí no tiene sitio un Dios que viene en pobreza y sin suntuosidades, un Dios que no se impone por la fuerza, el poder o el engaño, sino que se ofrece en la fragilidad del amor.

Si experimentas al Dios que verdaderamente nace entre nosotros, todo cambiará, porque reconocerás al que realmente es el camino, la verdad y la vida. Ya no te podrán convencer para que te quedes solo con las apariencias, has descubierto al Rey que te descubre quién eres y todo por lo que merece vivir y amar.

Es tiempo de Navidad, de encuentro, de cercanía y reconocimiento entre Dios y los hombres, entre los hombres y Dios, no solo en la ternura de María que acoge el temblor del Niño Dios, de la mirada atenta y agradecida de San José o de la sencilla alegría compartida de los pastores, también entre nosotros, para que el nacimiento vuelva a acontecer y sepamos de nuevo sentirnos verdadera familia reunida en torno al portal. 

DIOS HA NACIDO,

ES NUESTRA VERDAD,

       ES NAVIDAD EN TODA LA TIERRA       






sábado, 17 de diciembre de 2022

Los patucos

 LOS PATUCOS


En verdad tenemos mucha suerte. Bien podríamos detenernos en repasar todos esos regalos inmensos que la vida nos ha concedido. Pero hoy solo querría fijarme tan solo en uno de ellos: nuestras benditas abuelas. Porque si una madre es una madre -como ciertamente lo es-, entonces una abuela es la madre de la madre, o la doblemente madre, o no sé si ya excediéndonos un poco, la madre al cuadrado, la requetemadre o la supermadre.

Tal vez por ello en español tenemos esa expresión de "no tiene abuela", para referirnos a aquel sujeto que como no tiene quién cuente sus propias excelencias, -las abuelas son muy diestras y objetivas en dicha tarea- ha de recurrir a elogiarse reflexivamente, lo que no siempre está bien visto por la audiencia. Por tanto, es mejor que de cada uno de nosotros hablen nuestas abuelitas; y si ya están allá arriba en el cielo, que sigan hablando y presumiendo de nietos con los ángeles, pues es seguro que se han de entender bien entre ángeles.

Una de las preciosas tareas que desde el principio de los tiempos han asumido las abuelas, es la de confeccionar unos maravillosos patuquitos para el bebé que va a nacer. De lana o de ganchillo ningún bebé debería nacer sin su colección de comodísimos y celentitos patucos, y eso a sabiendas de que a los nenes les gusta mucho llevar los piececillos al aire, tal vez por si en algún momento les apetece llevárselos a la boca, costumbre esta muy extendida afortunadamente solo entre los bebés.

Pues bien, yo no sé si Santa Ana habría podido tejerle algo similar a unos patucos a su nietecito; tampoco sé si al partir en la burrita les dio tiempo a meterlos en el petate, pero es seguro que como buena madre, también sería magnífica abuela, y que de haber podido le hubiese tejido los más primorosos patuquitos para el Niño Dios. Tal vez, toda abuela cuando se pone a hacerle los patucos a su nieto también se los teje al Salvador, porque no hay bebé que no sea parecidísimo a ese Chiquirritín al que alude el famoso villancico.

Pero ¿y nosotros? La llegada es ya inminente. José, María y el pequeñín ya están muy cerca de Belén. ¿Has tenido tiempo de prepararle unos patucos al Niño? Porque no importa que otros ya se los hayan tejido, lo que verdaderamente importa es que cada uno de nosotros esperemos su llegada tal y como la espera una madre o como la espera una abuela el nacimiento de aquel que ya antes de nacer va iluminando nuestra vida.

A algunos nos da por mirar mucho el firmamento buscando esa estrella fugaz que brilla de modo insólito y por ello es única y especial. Es una sana costumbre esta de mirar expectantes, tanto hacia arriba como en derredor. Porque saber mirar descubriendo discretas maravillas es en realidad todo un arte al alcance de cualquiera. A lo mejor aprender a mirar así es lo propio de este tiempo de Adviento.

Pues a mí, que aún no he aprendido a tejer buenos patucos, me gustaría ver esa estrella en el brillo de tus ojos porque esperas como una abuela el nacimiento del Niño, con los blandos y suaves patucos dispuestos en las manos, y con un pesebre humilde, cálido y sencillo en el corazón. Es el Niño Dios, es el Redentor, y aunque no haya sitio en la posada, tal vez en tu vida sí que podría encontrar un hogar de acogida.

sábado, 10 de diciembre de 2022

En buenas manos

 EN BUENAS MANOS


Pasito a pasito, sin demasiadas demoras, vamos recorriendo el camino del Adviento y aproximándonos a la insólita maravilla del encuentro con el Señor, que viene a nuestro mundo haciéndose hombre por todos nosotros. ¿Pero en verdad estamos recorriendo ese camino o tan solo dejando pasar el tiempo sin preparar absolutamente nada? ¿Aún no te estás preparando? Has podido decorar tu hogar con motivos navideños externos, pero ¿has ido incrementando la luz de las velas que semana a semana hemos ido encendiendo para iluminar también la tiniebla, espesa o tenue, que nos aleja del Dios humilde que nos va a nacer?

Lo fácil siempre es recurrir una buena excusa para poder justificar esa inercia pasiva que nos caracteriza a la hora de tomar cualquier iniciativa en lo espiritual. "Es que no he tenido tiempo" solemos aducir para no tener que asumir ninguna responsabilidad, pero es que venimos de un gran puente (Constitución e Inmaculada) en que algo sí nos habría dado tiempo a comenzar. ¿Qué nos bloquea entonces? ¿Necesitas un Adviento XXL?

Si te decides a "advientarte", podrás ir reconociendo que, frente a lo que pudiera parecer, se puede llegar a descubir que, pese a lo que pese y pase lo que pase, en realidad andamos en buenas manos, las manos de Dios, de la ternura de Dios, la entraña misericordiosa de este Dios que se conmueve ante la vulnerabilidad del hombre y la asume de manera incondicional. Tal vez sea imposible concebir un Dios que ame tanto y de tal manera: acompañando y sustentando siempre, pero siempre en segundo plano, con manos invisibles de madre. ¡Qué suerte, qué privilegio poder recorrer la vida con esa paz profunda que da la confianza en Dios.

El profeta Isaías, en la primera de las lecturas de este tercer domingo de Adviento, nos muestra como ilumina su corazón contemplar anticipadamente la belleza de lo que podemos esperar de ese Dios con nosotros, que se hace carne de nuestra carne, y viene a transformar lo árido en fértil, a concedernos una fuerza capaz de hacer asumir nuestra propia libertad, y cómo podemos ya entonar juntos himnos y poemas llenos de júbilo. Esa es la intervención esperada del Mesías que viene, y al que nos disponemos a recibir con ilusión esa venida esperada.

Y en el Evangelio Juan confirma a través de las pruebas de algunos testigos, pues el está en prisión, que se confirman las profecías mesiánicas: los ciegos ven, los enfermos sanan... Porque cuando llega el que tenía que venir, todo es posible: recuperar la esperanza, el ánimo, la ilusión, el cariño, la alegría, el amor gratuito y desinteresado, la confianza, la afabilidad, la reconciliación. Por Él, que irrumpe en nuestra realidad divinizándonos, somos sanados y recuperamos nuestra plena libertad; una libertad hecha para amar, sanar y abrazar a los hermanos.

Te aguardamos, Niño Dios, ven pronto a poner remedio a nuestro mundo herido. Tú eres la luz que resplandece; la sencillez sin pretensiones ni artificio en que recuperamos la autenticidad; Tú eres la paz que pacifica y unifica sin requerir de tratados ni rendiciones, sin vencedores ni vencidos; Tú eres la verdad buscada en lo más profundo de nuestra razón y nuestro corazón, la que colma y calma nuestro anhelo de sentido; Tú eres el amor de Dios que nos comprende, acepta y perdona; Tú eres la fuerza del débil, la justicia y la esperanza de los que no nos resignamos a un mundo deshumanizado, inhóspito e insolidario. Por ello, ansiamos ver ya tu rostro y sabernos de nuevo en buenas manos.

Encendamos otra vela más, la tercera, que nos permita ir distinguiendo el camino por el que el que es amor se nos aproxima. Avancemos en esta espera esperanzada. Dejémonos iluminar por el Dios hecho hombre que ya llega. Alégrate, confía, espera.



sábado, 3 de diciembre de 2022

El cabreo del profeta

 EL CABREO DEL PROFETA


Se acercan épocas de grandes excesos. Los occidentales, al parecer movidos por ese espíritu navideño tan bien publicitado por las grandes marcas y cadenas comerciales, nos animan a hacer verdaderos dispendios y a cebarnos a base de bien. Seguramente sea por nuestro bien, para sobrellevar mejor las frías temperaturas invernales.

La verdad es que o no sabemos, o no queremos, o nos hemos acostumbrado ya a ese tipo sobrealimentación navideña. Nos pasamos todo el año haciéndo régimen para mantener la linea, o simplemente llevando una comedida dieta saludable, pero en llegando el final de año nos apetece darnos una buena tanda de atracones.

¿Y qué va a hacer uno si no cuando se reune con la familia, los amigos, los compañero del trabajo o los que en ese momento toque? Pues eso, jugar a la lotería y zampar y bridar sin comedimiento ni mesura. No nos tocará la primera, pero el despilfarro no nos lo quita nadie, y hacemos como si nos hubiese tocado y comienza la ingestión desproporcionada de calorías. Luego ya vendrá la cuesta de enero y de febrero --y hasta de la tira de meses más. según se está poniendo la vida-- para tratar de ponerse a dieta y hacer algo de ejercicio tratar de bajar las reservas adheridas. Tranquilos, que hasta la operación bikini queda aún mucho trecho.

Sin embargo, al más grande de los nacidos de mujer, el profeta Juan el Bautista, le da por hacer todo lo contrario que a nosotros (o tal vez a nosotros lo contrario que a él). Se pone su drástica piel de camello y ¡hala!, al desierto a alimentarse de bichitos y miel silvestre. Debe ser que esa rigurosa disciplina que sigue, de soledad extrema y absinencia de toda distracción, ayuda mucho a descubrir la presencia de Dios y a entender que nuestras formas de vivir actuales no están muy en consonancia con su voluntad. Parece ser que, haciendo un poco de silencio, uno alcanza a descubrir quién es, qué ha de hacer y qué palabras debe comunicar. Primero escuchar y escucharse, para luego saber lo que merece ser dicho. Pues uno vuelve completamente transformado de esa experiencia real de Dios en el desierto y convertido además en todo un profeta.

Como profeta, Juan, el primo de Jesús, habla con fuerza, anuncia y grita bien alto que ya llega ese renuevo del tronco de Jesé, ese brote vigoroso que inaugura de una vez para siempre el Reinado de Dios, donde se podrá restaurar la confianza y la paz, la justicia y la equidad, donde todos podremos al fin convivir en un entorno fraterno y de bendición.

Aquello que propuso el profeta Isaías no tiene por qué ser mero sueño utópico sino realidad palpable y contrastada. Ahora es ese tiempo anunciado de dar cumplimiento a la propuesta de reconciliación que Dios nos ofrece con Jesús, el Salvador. Aunque, como nos indica el profeta, hay mucho que allanar para que sea esto posible, porque a primera vista este mundo no está ni preparado ni dispuesto para ACOGERLE. Es esta la clave: desinstalarnos de nuestro modo de vida acelerado y superficial, individualista y centrado en exceso en lo material y volvámonos a lo sencillo y lo humilde, a lo compartido, a lo gratuito. Sí la Navidad es todavía posible.

Esto no parece difícil, pero lo debe ser, porque por eso se nos cabrea el profeta, que siendo un hombre de Dios como es, termina perdiendo la paciencia porque, al igual que los fariseos y saduceos, solo miramos por nosotros mismos y por las apariencias, y así ni que vengan del desierto a decirnos la verdad, ni que tengamos las Escrituras que profetizan esa venida del Señor, ni siquiera que el mismo Dios se haga hombre; nosotros seguiremos a lo nuestro, empecinados en mantener una sociedad lo menos humana posible, donde no haya ni un solo resquicio para Dios en nuestras vidas. Lo verdaderamente grave sería que tampoco nosotros nos cabrearamos con lo que a poco que miremos, vemos que está pasando.

Pues recuerda, generoso lector, que por el bautismo recibido, de agua, pero también de Espíritu y fuego, también tú estás también llamado a anunciar y construir ese hermoso Reino. O acaso se te ocurre un plan mejor que hacer. Levántate, ya llega y es tiempo de empezar a dar fruto. 



viernes, 25 de noviembre de 2022

En preparación

En preparación


Lo cierto que uno está siempre preparándose para lo que pueda acontecer en el futuro. Y es muy conveniente no dormirse en los laureles, sino ir haciendo acopio de experiencia, de apendizajes, y de todo tipo de reservas, para tratar de asegurarse el porvenir. Ya lo pudimos aprender de aquella excelente fábula de la hormiga y la cigarra. Pero tal vez al tratar de tenerlo todo tan atado y bien atado se nos esté pasando algo básico por alto: nada menos que vivir. Mientras la cigarra se dedicaba solo a difrutar holgazaneadamente, la obcecada hormiguita trabajaba con total dedicación. Una pasó frío, la otra solitaria abundancia.

Unos no quieren ni pensar en el porvenir, tal vez porque les tiene más que escamados; otros, precisamente por la incertidumbre, tratan de acumular todo tipo de recursos de manera incesante. ¿Vivir despreocupadamente o vivir con la preocupación constante de salvar los muebles? ¿Acaso son las dos únicas posturas posibles? ¿Y cuál de ellas es la acertada?

Justo este domingo es el primero del tiempo de Adviento, por tanto, comenzamos un nuevo año litúrgico y celebrativo. Por ello las lecturas nos proponen una nueva manera de estar viviendo: la espera ilusionada. Tal vez los despreocupados al estilo de la cigarra no esperan nada y viven inconscientemente un ahora irresponsable, pero los otros tampoco esperan nada, al menos nada bueno, y por ello tratan de hacer todo lo posible por tenerlo todo bajo control por ellos mismos, como si eso fuera posible. Pero Jesucristo una vez más nos descoloca y nos avisa de que hemos de estar preparados y espectantes, porque todo puede cambiar de la noche a la mañana.

Hemos de estar preparados, porque algo nuevo y de gran alcance va a surgir de pronto y lo más seguro es que nos pille con el pie cambiado. ¿Qué puede ser esto tan esclarecedor? Pues la venida del Hijo del hombre, el Mesías, el que había de venir. Por tanto, levantémonos, dejemos de vivir como si esto no fuese a ocurrir o como si no fuera con nosotros. "La noche está avanzada, el día se echa encima". Hemos por tanto de tratar de ser seres de luz y para la luz, constructores del Reino de Dios, Reino de justicia y comunión. ¿Lo intentamos?

Debemos por tanto estar atentos y alertas. Ni ser meras cigarras, ni tampoco solo abnegadas hormigas, sino ser como aves que ansían la libertad del cielo y se preparan para muy pronto empezar a volar. Dejemos las comodidades, las distracciones, las tristezas y pasividades, comienza la cuenta atrás. El Señor viene a nuestro encuentro y hemos de transformarnos en seres más capaces de Dios. Viene el Hijo del Hombre a nuestro encuentro y hemos de estar preparados para alzar las alas y comprobar que si te fías de Él puedes llegar a volar.

Sé que es muy difícil salir de las rutinas, romper con los moldes a los que nos hemos ido acostumbrando, pero sabes bien que eso no es suficiente para que tu vida pueda considerarse feliz del todo. Mira dentro ¿qué horizonte esperas? ¿Te basta con ser cigarra u hormiga o has nacido para ser Hijo de Dios? Levántate, se acerca el día de nuestra liberación. Él ya viene y eso lo cambia todo. Comienza, confía, ilusiónate, prepárate, adiestra tu corazón en el noble arte de esperar al que es el Amor.

Una tierra nueva y un nuevo cielo están por venir, sumarse a la lucha para que sean posibles exige una transformación profunda en nosotros. Ahora por fin va a ser posible el cumplimiento de nuestros mejores sueños. Ya están a nuestro alcance. Jesucristo viene a vencer. ¿Vas a propiciar su venida con tu actitud?  




viernes, 18 de noviembre de 2022

Save yourself

 SAVE YOURSELF

Sea usted autosuficiente, autónomo, hágase a sí mismo, aíslese de los demás por precaución y asepsia social, permanezca en su mundo individual bien protegido. Si alguna vez necesita algo, no tiene más que clicearlo en su dispositivo y se lo acercamos. Así de fácil y asunto arreglado. Parece ser esta la tendencia por la que va decantándose la sociedad digital en la que nos movemos, nos guste o no.

Ya ni conoces a los vecinos de tu bloque. Como mucho si eres algo simpático, extrovertido y hasta dotado de cierto desparpajo, osarás intercambiar algún saludo en el descansillo o en el ascensor. Puede que hasta te lo devuelvan con cortesía. Pues en realidad no es necesario que conozcas el nombre de los otros semejantes con los que día a día te cruzas, -total ¿para qué?- si tienes bien asumida la máxima de que lo más conveniente es tratar de mantenerte lo más al margen de la existencia de los otros. Cuanto más desconocido, mejor. Cada uno a lo suyo en exclusiva, y todos contentos (o no).

Lo que está en juego es que sigamos siendo personas, integrándonos activamente en ese tejido al que llamamos sociedad o, si ampliamos un poco más la perspectiva, incluso nos atreveríamos a nombrar como humanidad. Está en juego que podamos seguir reconociéndonos todavía como humanos. ¿Eso es lo que nos cabe esperar con el transhumanismo o aún hay peores sorpresas?

En 1624 el poeta inglés John Donne hablaba en un poema titulado "Ningún hombre es una isla" de la profunda interconexión que hay entre todos los hombres que como tal se reconocen y tratan. Nada de lo que le pasa al otro me puede dejar indiferente, sino que me afecta, me repercute, me importa. Recientemente el profesor Nuccio Ordine, refiriéndose a esos versos, ha publicado un libro titulado "Los hombres no son islas" para reivindicar el papel de la literatura como antídoto contra el individualismo feroz en el que está cayendo progresivamente nuestra sociedad posmoderna.

Por todo ello, constatamos que advertencias hay a montones, por si alguien quiere tenerlas en cuenta y tratar de poner remedio a esa trampa del egocentrismo. El sentido común y la propia experiencia de cada uno nos lo dejan también bien palpable: nos necesitamos los unos a los otros. Que nadie se lleve a engaño, por tanto, si no tengo nada que ver contigo ni con nadie, no voy a ser feliz, como mucho un infeliz que no tendrá con quién compartir ni lo bueno ni lo malo, ni lo exterior ni lo interior, ya que estaremos completamente solos y aislados los unos de los otros. ¿Tan difícil resulta asumirlo? Sin ti no puedo ser realmente yo mismo.

Hoy se celebra la solemnidad litúrgica que concluye el año: Jesucristo, Rey del Universo. Y de forma chocante y paradógica, resulta que Jesucristo reina desde la cruz, justamente entregando la vida por los demás, tanto por los buenos como por los malos, amando sin medida. No viste ni de armiño ni lleva cetro, pero, sin embargo, algunos le hemos reconocido como el único rey, el que ejerce el poder en la entrega, en la mansedumbre, en la humildad y en la desposesión. 

Culmina el año y a la vez la existencia mortal del hombre Jesús, antes de su resurrección. Ahí, clavado en el madero, nos muestra su manera de ser Rey, y Rey nada menos que del universo, esto es, un nuevo orden más espiritual de religación fraterna. ¿Cómo lo iban a comprender las autoridades judías o romanas, que se dejaban llevar más por las apariencias? No es concebible que un ajusticiado en la cruz sea Rey, ya que así no mueren los reyes, sino los malechores, por mucho que en el cartel se declare que es Rey. Es más, le llegan a recriminar entre burlas que se salve a sí mismo. Es todo lo que tiene que hacer para mostrarse rey a la manera de los hombres, no a la de Dios. Ni más ni menos, como hace cualquier hijo de vecino, mirar solo por uno mismo.

Pero este Dios cristiano es justamente el que viene a salvarnos a nosotros, no a sí mismo, y eso es lo que hace: nos salva del consabido "sálvate a ti mismo"; nos salva de este individualismo pertinaz que pervierte lo que somos; y nos salva de una vida meramente biológica y terrenal para ofrecernos una vida sin término en el amor infinitamente misericordioso de Dios. Este Rey humilde es el verdadero, el vencedor de la muerte, el que comparte su reino con nosotros y se pone nuestra misma corona, de sinsabores y fracasos, para aliviarnos. Es el Rey del sacrificio, el Rey del amor hasta el extremo. Solo en su Reino los hombres no somos islas aisladas, sino hermanos con un corazón valiente, que se levantan cada día para ser para los demás.

A partir de este domingo da comienzo un nuevo año litúrgico y un nuevo tiempo fuerte de celebración y transformación, el Adviento. Un nuevo inicio, una nueva actitud, una nueva venida, pues el que nacerá en el pesebre está llamado a reinar en este fascinante universo que compartimos.




sábado, 12 de noviembre de 2022

LA QUE SE AVECINA

 LA QUE SE AVECINA

Pues sí, quien más o quien menos, todos estamos preocupados de la que se nos avecina; lo mostremos o no, lo comentemos o no, la preocupación va por dentro. Sin ánimo de ser catastrofista, pero viendo cómo se están poniendo las cosas, y con la que nos está cayendo encima, el que más o el que menos ya no sabemos ni dónde meternos, dónde parapetarnos, dónde ponernos a salvo de la quema. Habrá quien optará por el consabido "sálvese quien pueda" mientras que otros permanecerán en el barco hasta el final, ocupados en tratar de salvar a cuantos más. ¡Qué gran diferencia entre los individualistas y aquellos que saben ser para los demás en toda circunstancia! Con estos últimos se puede contar siempre y da gloria estar a su lado aprendiendo a ser verdaderamente humanos.

Se acerca la celebración del día de la Virgen de La Divina Providencia, y por tanto la fiesta grande de nuestro colegio, que no solo lleva ese nombre, sino que, gracias a las Hijas de Santa María de la Providencia, nos consta que Ella nos cuida y guía en nuestro día a día escolar. Ya hemos iniciado de nuevo los preparativos y ya estamos un año más llenos de ilusión esperando que llegue el día. ¡Qué gran colegio y qué inmejorable advocación mariana la que bajo su protección nos acoge!

Entonces, a pesar de la que se nos avecina, logramos mantener la calma al saber que, por mucho que nos auguren  desastres (cambio climático, guerras, carestías, pandemias, crisis de todo tipo...) nosotros contamos con nuestra Madre, nuestra protectora, y confiamos en la Divina Providencia que nunca nos ha abandonado ni lo va a hacer. Nos sentimos cuidados, seguros y amados como hijos y que, a pesar de los pesares, el amor de María y de Dios constituyen el mayor de los amparos y nuestra firmeza. Que, aunque nos la estén avecinando con saña, saldremos adelante también de la bendita mano de Santa María de la Providencia.

Pero no solo constatamos que se nos avecina lo peor, es que además al llegar al final del año litúrgico y cerrar el ciclo, en el propio evangelio se nos habla de fin de los tiempos, y de diversas catástrofes que vendrán; mas Jesús nos indica que no nos dejemos embaucar, que confiemos, porque pase lo que pase hemos de perseverar en el bien y seguir confiando. Y es que tal vez el presente, ese tiempo único en que transcurre la existencia, tiene mucho de pasado que se acaba y que está dando paso a un futuro. Es en el ahora en el que todo acaba y surge de nuevo. ¿A qué temer entonces el futuro? ¿A qué angustiarse por la que se avecina? ¿No será lo mejor abandonarse a ese amor providente de Dios mientras seguimos apostando por el Reino? Levántate, aspiremos a los mejores valores, por los que sabemos que merecen la pena. Lo que se avecina es solo el decorado en el que se forjan y afloran los héroes, no los apocados.

Sí, seremos ilusos y utópicos, tendremos fe y pasión por los hombres, pues reconocemos que en medio de la tormenta ya se va gestando la calma; que el mal no tiene -ni puede tener, ni va a tener- la palabra definitiva. Que aunque se esté avecinando lo terrible, también estamos bregando para que se avecine un mundo más hermoso y mejor. ¿En qué lado te posicionas? ¿Nos quedamos en el lamento inútil o esperamos a ese Dios que se hará hombre una vez más para mostrarnos lo que puede llegar a ser toda una historia de salvación?  ¿Qué te dice el corazón? ¿Puedes escuchar su relincho o vas a dejar que se extinga el tiempo y toda esperanza?

EL FUTURO DESEADO ESTÁ PRESENTE YA EN NUESTRO AHORA




sábado, 5 de noviembre de 2022

ENTORNO AL FUEGO

 ENTORNO AL FUEGO


Han llegado ya los primeros fríos; las temperaturas inician ya ese descenso progresivo; avanza el otoño; se contrae la tierra por nuestras latitudes, y al mismo tiempo también nuestra alma parece otoñarse. Volvemos a sacar los jerséis, las mandas, las botas y los abrigos. Buscamos caldearnos por dentro y por fuera, y añoramos aquella estampa antigua en que se solían reunir entorno al fuego y callar, para escuchar crepitar las llamas mientras consumen un viejo leño. ¡Qué tiempos!

Y es que hoy es raro disponer de una cálida chimenea en ninguno de nuestros modernos pisos. Seguimos llamándolas hogares, pero, aunque tengan wifi 5G, carecen de ese hogar en que el calor de la lumbre se expandía para todos. Algunos incluso recurren a las tecnologías para suplir el fuego verdadero, y proyectan en la pantalla de su smart TV, un simulacro de hoguera, que, aunque ni quema ni echa humo, aparenta arder y crea un clima sumamente agradable y decorativo.

Este domingo Jesús nos habla del fuego, de la luz, de la llama inextinguible. Algunos saduceos, trataban de tenderle una trampa a Jesús; para ello le cuentan una parábola y le formulan una pregunta capciosa sobre la vida eterna, en la que ellos no creían. Pero Jesús les recuerda el episodio de la zarza ardiente, esa llama que permitió que Moisés, mientras pastoreaba en el monte Horeb, percibiera la presencia del Dios Viviente. ¿Cómo es posible descubrir en lo ordinario el misterio insondable de lo extraordinario? ¿Se puede acaso atisbar esa experiencia de Dios en medio de esta vida gris y apresurada que llevamos?

Sí, definitivamente hay seres portadores de fuego; hay personas que se han aproximado a ese fuego incombustible, a esa zarza ardiente e inédita; hay seres que han descubierto quiénes eran verdaderamente a la luz inequívoca de Dios. No son frecuentes entre las multitudes, cierto, pero están entre nosotros. Hablan más pausadamente; divisan un horizonte que a los demás se nos escapa; escuchan y callan de otra manera, como si les fuera el alma en ello; y hasta puedes percibir una luz distinta y más afable en su mirada. El Papa Francisco se refiere a ellos como los santos de la puerta de al lado: personas que con su vida se asemejan a Jesucristo, y por ello viven para los demás, haciéndonos todo el bien que pueden.

Frente a estos saduceos incrédulos e interesados (no olvidemos que eran tan prácticos que para seguir instalados en el poder, colaboraban de buen grado con el invasor romano), que reducen toda vida a nuestro paso por la tierra, y niegan la posibilidad a que ese Dios, que es amor comprometido, amor que se encarna y da la vida por nosotros, rompa con los límites de la muerte y nos abra definitivamente una vida que no se extingue, un fuego poderoso y cautivador, el del amor eterno.

Puede parecernos que es algo reciente esto de solo dar pábulo a lo evidente y mensurable, pero antes de la aparición del método científico ya se daba el mismo sesgo que limita todo a lo evidente y previsible. Pero sabemos que en última instancia la vida humana es mucho más, rica, variada y compleja, como para reducirla a unos moldes excesivamente simplistas. Con los ojos de los saduceos jamás Moisés hubiera descubierto esa zarza ardiente, aunque pasara a su lado, porque se salía de sus esquemas, de sus expectativas y sus juicios anticipados. Tal vez para dejarse atrapar por la zarza que arde y no se consume, tal vez haya que tener más ojos de poeta -o de científico- que de bien acomodado saduceo. 

En estos días primeros del mes de noviembre nos hemos acordado de aquellos santos anónimos que nos precedieron, esos que ya gozan del banquete eterno. Y también nos hemos acordado de todos los difuntos que ya se nos fueron. Todos los que nos dejaron, partieron, pero los recuerdos, el amor y el agradecimiento que nos dejaron hacen que permanezcan vivos -y bien vivos- en nuestro corazón y en nuestra memoria. Nadie nos va a convencer que la muerte puede acabar con todo y con todos, sabemos que el amor es más fuerte que la muerte, y que Dios, que es un Dios de vivos y no de muertos, no deja que ninguno perezca, sino que vivamos para siempre.

Creemos en el amor, el amor que es fuente verdadera de vida, y de una vida tan plena que perdura y supera todo mal. Este es el Dios Padre de Jesús, en el que Él creía y el que resucitó a su Hijo y con Él a todos los que hemos optado por amar y vivir para siempre.

Que bueno sería que pudieras acercarte en algún momento a ese fuego del hogar, en el que arde lo sagrado, y pudieras simplemente permanecer descubriendo que efectivamente el misterio de Dios está perceptible en la vida, una vida inextinguible, un amor que no cesa ni se consume. Calla, escucha y que en tu corazón arda el amor y la esperanza.   



sábado, 29 de octubre de 2022

Encajar

 ENCAJAR

Nadie dijo que esto de saber encajar fuese fácil. De hecho suele ser al contrario, pues las formas de ser de cada uno y aquello que esperan de nosotros no suelen coincidir a la primera. También nos pasa muchas veces a nosotros, que nos formamos nuestras expectativas sobre algo o alguien, y luego llega la implacable realidad y, en general, resulta muy distinta a aquello que habíamos pretendido.

Todo un arte esto de saber encajar en un nuevo ambiente o situación. Porque recomponer un puzzle, o rompecabezas, requiere altas dosis de tiempo, esfuerzo y paciencia, que finalmente tiene su satisfacción cuando uno contempla el resultado final y exclama: "¡Completo, lo he terminado. He sido capaz de concluirlo a pesar de la dificultad!".

También cuando encajamos con facilidad con otra persona sentimos una gran alegría, cuando sin tener que cambiar nada de mi ni del otro, nos entendemos a las mil maravillas como si hubiésemos salido del mismo molde, o más bien de un molde común, en el que todo estaba pensado para encajar mutuamente.

Pero la mayor de las veces no sucede eso, sino que hay que limar asperezas de todo tipo para tratar de encajar en lo que salta a la vista como dispar. ¿O acaso siempre todo funciona a las mil maravillas sin ningún esfuerzo para encontrar nuestro sitio en cada uno de los lugares o relaciones en las que nos movemos? Aprender a encajar requiere cierto talante flexible y facilitador: amabilidad, simpatía, respeto, escucha...

Hoy en la lectura del libro de la Sabiduría podemos leer con admiración que para Dios todo encuentra acomodo, que en Él, siendo inmenso, cada uno de nosotros encaja en su plan de amor; porque como dice el texto "a todos perdonas, porque son tuyos. Señor, amigo de la vida. En todas las cosas está tu soplo incorruptible". Sí, así es, todos estamos formados en ese bendito molde, y Él así nos contempla, con un amor que no cesa de descubrir nuestra humilde maravilla. Y todo le encaja prodigiosamente.

Y en el Evangelio tenemos a Zaqueo, que tampoco termina de verse encajando del todo con los demás. Se encarama a una higuera para tratar de reconocer a Jesús que pasa, y resulta que es Zaqueo el que es reconocido por Jesús como único y valioso para ese puzzle del Reino, y le llama. Él le responde con total disponibilidad, generosidad y entusiasmo, porque siente una satisfacción de encajar de verdad en ese plan divino para el que se sabe creado. Ese plan que ni sospechaba y que ahora encuentra lleno de sentido.

Y tú ¿deseas encajar? ¿Dónde? ¿Cómo? Atrévete a descubrir que eres también imprescindible en ese plan que Dios te tiene trazado. Que cuenta contigo y te llama para que seas inmensamente libre en él. Anda, baja de la higuera, levántate de tus miedos o perezas y encájalo.   




 

sábado, 22 de octubre de 2022

Espejito, espejito

 ESPEJITO, ESPEJITO

A unos sí, a otros no; a unos poco, a otros muchos. Y es que hay gente para todo. Ciertas personas en cuanto pueden tratan de verse reflejadas en el espejo (o si no en el móvil o a la que pasan frente un escaparate), y otros cuando no queda más remedio. Amigo lector, no sé tú a qué grupo pertenecerás: a los que se miran con embeleso, o a los que se tienen ya muy vistos. No sé qué uso le darás tú al espejo, pero, tal vez, más que el número de ocasiones en que te complaces en mirar tu propia imagen reflejada, lo que verdaderamente importa es la actitud con que te ves, cómo interpretas lo que el espejo te devuelve.

Todos hemos oído alguna vez que un tal Narciso era al parecer físicamente muy agraciado, pero que se terminó estimando tanto a sí mismo que terminó despreciando y rechazando a todos los demás, para dedicarse por completo a la contemplación exclusiva de su propio reflejo en el agua, al cual terminó arrojándose y por ello pereció ahogado en la la superficie de su propia visión. Es así como los mitos, aunque remotos en los tiempos, no han perdido ni un ápice de su actualidad, pues todavía hoy tienen gran capacidad para advertirnos de esa tendencia tan extendida al llamado narcisismo. Y si no que se lo digan a los psicólogos y psiquiatras.

Tal vez hoy vivamos demasiado pendientes de la imagen personal, quizás porque es la imagen la que entra por los ojos, y a la hora de vender o vendernos es la que cuenta. Pero parece que tal vez se nos ha terminado yendo un poquito de las manos cuando es solo eso lo que cuenta, porque ni las cosas, ni mucho menos aún las personas, somos reducibles a mera imagen. ¿O no habíamos quedado ya en que la belleza está en el interior? ¿Qué pasaría si nos atreviésemos a mirar también al interior? ¿Si al final la belleza singular emanara de dentro hacia fuera? 

Pues el evangelio de este domingo también nos presenta a un fariseo narcisista, muy pagado de sí mismo, es decir, de la imagen que él mismo se había hecho como hombre ejemplar y deslumbrante. Mas a los ojos de Dios, el espejito, espejito que siempre refleja la verdad con tal nitidez que muchos huyen ante la posibilidad de verse reflejados en Él, para mirarse en cualquier otro lugar que sí les satisfaga. Y es que no es tan difícil maquillar la imagen que uno se construye de todo, de todos y de sí mismo.

No quieres esforzarte en descubrir quién eres, en tratar de aceptar y transformar aquel ser que misteriosamente eres, pues entonces quédate solo en lo superficial y recurre al photoshop del burdo engaño. ¿Más cómodo y tranquilo así? Puede que por un tiempo sí, pero tarde o temprano se te terminarán cayendo los palos del sombrajo y tendrás que vértelas contigo, con el yo auténtico que preferiste no enfrentar.

Efectivamente, el fariseo narcisista tenía una altísima consideración de sí mismo, y hasta se la presentaba a Dios, para que que también se la reconociera. Pero Jesús nos advierte que las artimañas que nos vienen funcionando para ocultar la realidad a nosotros no sirven para engatusar a Dios, que siempre distingue diáfanamente la pureza de nuestro corazón y nuestra alma, reconociendo la humildad de los que se saben imperfectos y necesitados del amor sanador de Dios. Resulta que solo estos pueden avanzar, mejorar y aprender a ser con y para los demás.

El fariseo narcisista se autoensalzaba y se sentía muy superior a los demás. Para Narciso nadie era merecedor de su interés y atención salvo él mismo. El Dios de Jesús, por contra, es el que se desvive por los demás, los necesitados, los vulnerables, aquellos que la sociedad afea. 

¿Quieres conocerte o con esa máscara de autosuficiencia estás más que satisfecho? ¿Estás dispuesto a ser reconocido por la mirada misericordiosa de Dios? Porque tal vez donde tú solo veas imperfección Él vea una hermosura incomparable. De igual manera que un padre o una madre saber ver a su hijo hermosísimo, o igual que un pequeño contempla la maravilla del rostro de su madre. Y es que la mirada amante descubre la belleza que todo lo amado irradia.

APRENDAMOS A MIRAR CON LA MISMA MIRADA QUE JESÚS

 

sábado, 15 de octubre de 2022

El poder de la gota de agua

 EL PODER DE LA GOTA DE AGUA

Todos reconocemos la fuerza devastadora del huracán, del volcán o del terremoto, pero no sé si somos conscientes del todo del enorme poder de una gota de agua. Hemos podido observar instalado ya en muchos campos de cultivo, huertos y jardines, un sistema eficaz de ahorro de agua: el riego por goteo. Apenas bastan unas gotas repetidas y frecuentes de agua para transformar en fértiles ciertos terrenos y favorecer grandes cosechas. Y todo gracias al gran poder de cada gota de agua.

Parece que no, pero una pequeña gota de agua, que no tiene dureza alguna, sino blandura y capacidad de adaptación a todas las superficies con las que entra en contacto, cuando va seguida de otra, y de otra más, y así ininterrumpidamente, es capaz de erosionar la piedra. Y una gota, con otra serie innumerable de gotas que vendrán detrás, pueden ir llenando poco a poco una vasija, una piscina, un embalse, y hasta lagos, ríos y mares.

No desestimemos a la ligera la capacidad de una simple gotita de agua, porque aquello que parece no tener casi relevancia, con suma constancia y continuidad, puede llegar a lograr lo que se proponga.

Asimismo, los que se dedican al deporte practicado con regularidad, obtienen mayores beneficios físicos, frente a aquellos que, de vez en cuando se dan una gran paliza entrenando, mientras el resto de los días permanecen dedicados a tareas sedentarias. Así pues, la constancia en el entrenamiento es fundamental para lograr óptimos resultados y para prevenir lesiones.

Y es que hoy el evangelio son vuelve a hacernos caer en la cuenta de la gran fuerza que tiene lo pequeño cuando se realiza de manera persistente. En concreto se nos dice que nuestra oración debe ser reiterada, con ánimo, con esfuerzo continuado, a toda hora, contra viento y marea, insistente, contumaz y esperanzada. Será por ello que decía Santa Teresa -cuya festividad se celebra justamente le quince de octubre- que la paciencia todo lo alcanza. Comienza a practicar la oración y no dejes de seguir practicando. Verás los resultados.

Aunque a la mayoría de nosotros se nos van las fuerzas a las primeras de cambio. Enseguida nos desanimamos y dejamos de intentar aquello que queríamos alcanzar. Vamos a lo fácil, y salvo los que tienen verdadera fuerza de voluntad y persisten incansablemente, solemos abandonar a las primeras de cambio. Sin embargo, Jesús nos pone el ejemplo de la viuda que reiteradamente insiste al abogado en su petición, para que nosotros también no dejemos de orar. Quién sabe si como la gota, que día a día no cesa en su callada labor, alcancemos a ser escuchados.

Sí, gota a gota, empeño tras empeño, con ilusión y corazón, es como se ha producido el comienzo de nuestra III Semana de la Convivencia: con todos (profesores, alumnos, familias) apoyando y aportando. Porque tenemos que procurar seguir realizando lo que nos hace bien a todos: practicar y propiciar una sana convivencia entre todos los que formamos parte de La Provi. Respetarnos, escucharnos y cuidarnos. Porque la perseverancia día a día (gota a gota) en práctica de las buenas acciones, las que favorecen una convivencia integradora, terminan convirtiéndose en buenos hábitos, y estos llegarán a arraigar en nuestro actuar siendo ya virtudes adquiridas.

A rezar, a convivir y a superarse, se aprende con la práctica. Manos a la obra, levántate y empieza.

ESFORCÉMONOS, IMPLIQUÉMONOS Y PERSEVEREMOS EN CUIDAR LA CONVIVENCIA  



  

sábado, 8 de octubre de 2022

Basta con un sencillo gesto

 BASTA CON UN SENCILLO GESTO



La mayor parte de las veces tendemos a simplificar mucho la realidad para facilitarnos su comprensión, y solemos ver o todo blanco o todo negro; o todo bueno buenísimo o todo malo malísimo. Pero sabemos bien que además de los extremos hay también posiciones intermedias, aspectos, matices o detalles importantes que en esa simplificación excesiva se nos suelen pasar por alto. Corremos con ello un gran peligro, pues en el ambiente actual tan crispado, podemos llegar a ser muy manipulables si aceptamos por buenas esas visiones demasiado sesgadas (e interesadas) que se nos ofrecen por doquier.

Por supuesto que nuestro mal tiene remedio, basta con pararse a pensar por uno mismo, reflexionar y discernir, manejando distintos puntos de vista, información verdadera y profunda. Pero de ejercitarse en el saludable ejercicio de discurrir ya nos ocuparemos cualquier otro día, aunque en cada una de las sucesivas entradas de este blog se nos invita semanalmente a ello.

Pues a pesar de todo lo dicho anteriormente, esto es, que debemos también tener en cuenta la gradación de la gama de grises entre los términos opuestos, el evangelio de este domingo nos pone ante una disyuntiva: o somos o no somos agradecidos. O como dijo Hamlet: ser o no ser, esta es la cuestión que hoy nos ocupa.

Resulta que de los diez leprosos que Jesús curó mientras iban de camino, tan solo uno se vuelve y regresa a presentar su gratitud a quien le había puesto remedio a su mal. Todos fueron curados de la lepra, pero además este fue curado de la otra lepra, tan extendida en la sociedad actual, el egoísmo, que nos impide reconocer, valorar y agradecer a los demás lo que hacen por nosotros. Seguramente porque estamos demasiado ocupados con nosotros mismos y nuestras particularidades. ¿Nos queda algún resquicio para lo que no sea solo la autorreferencia?

Sabemos que siempre nos han dicho que de ser bien nacidos es ser agradecidos. A todos nos lo han enseñado desde temprano. Sin embargo, parece que llevamos tanta prisa (o tanto individualismo) que las más de las veces se nos olvida a la hora de llevarlo a la práctica. Pero basta con un solo gesto, una mirada cómplice, una sonrisa afable o con una palabra tan hermosa como "gracias" para al menos devolver al que nos ha ayudado parte del favor que nos ha hecho.

Aquí hay pocas "medias tintas" o somos agradecidos o no lo somos. Párate a pensar hoy un poco en ello, en todo lo que en verdad deberías agradecer y a quiénes. No es tarde, puedes empezar a ser un poco más agradecido. Pero cuidado, porque practicar la gratitud es empezar a sentir una felicidad sencilla y contagiosa; es empezar a cambiarte a ti, a tu mundo y el mundo; es empezar a transformar el mundo en uno mucho mejor, más habitable y humano. Sí y solo con un solo gesto hecho hábito y virtud.

Levántate, empieza por ser agradecido. ¡Hay tanto que agradecer cada día! Tal vez será por eso que Jesús termina diciendo al leproso agradecido: "LEVÁNTATE, TU FE TE HA SALVADO".  Y sí tal vez del agradecimiento a la fe, haya solo un pequeño tramo que recorrer. Recuerda que la palabra eucaristía significa literalmente acción de gracias, y por tanto también ella puede ser una escuela donde aprender a agradecer el inmenso regalo de la vida, una vida plena y agradecida. 

sábado, 1 de octubre de 2022

A todo color

 A TODO COLOR


Afortunadamente nuestros alumnos desde bien pequeños demuestran ser unos grandes artistas. No tienes más que facilitarles una superficie -la que sea- y un buen surtido de colores y serán capaces de crear fantásticas expresiones llenas de espontaneidad y color. Que se lo digan a los profesores de Plástica, desde nubes que parecen caballos, a flores, pájaros, mamá y papá o una versión nada desdeñable de Los girasoles. Y es que entre nuestros pequeños hay mucho talento; nos haría muy bien reconocerlo e impulsarlo.

Y es que, sin entrar en muchos detalles de su composición y comportamiento, la luz, es un absoluto privilegio que nos permite maravillarnos con la belleza de lo que existe. Aunque no todos los animales captamos la luz de la misma manera, ni siquiera los seres humanos percibimos del mismo modo la luz, que es la que nos capacita para apreciar los diversos colores, eso no impide que sí podamos encontrar un gran consenso en cuanto a los distintos colores.

Dicen que para gustos los colores, porque cada uno tiene su sensibilidad y sus preferencias. Y es maravilloso que sea así, que cada uno de nosotros tenga su gusto, su personalidad, su singularidad. Somos únicos, y no hace falta que seamos dos gotas idénticas del océano (que unas veces toma el color verdoso, otras azul cobalto o gris perla) para reconocernos y propiciar así una magistral paleta de muy diversos colores.

La suma de todos los colores, que parece ser que según la Física son solo diferentes frecuencias de onda, produce la luz. Y esta a su vez puede dividirse y produce todos los distintos colores. De igual que la suma de todos convierte la luz en blanca, completa, plena.

Todos hemos podido contemplar con admiración alguna vez cómo pasa esa luz solar por una vidriera con magníficos vidrios de múltiples tonalidades. Tal vez el conjunto de esa inmensa sinfonía de color sea uno de los espectáculos más bello que pueda verse. Y es que una vidriera puede ser un buen ejemplo de lo que debemos ser todos nosotros en nuestra diversidad, pero unidos sumando el brillo particular de cada uno en una armonía nueva y más perfecta.

Así quiere ser nuestra Iglesia, llena de dones y carismas integrados, como una inmensa vidriera en la que todos aportamos la pequeña belleza de lo que somos; donde la luz de cada uno es imprescindible para poder alcanzar y reflejar el rostro de Dios. Que nadie se quede fuera, que todos brillemos juntos e integrados, porque es justamente así cuando el Cuerpo místico de Dios se muestra veraz a los hombres: viviendo la íntima unidad y la comunión en la diversidad. No solo es posible, sino deseable, porque las diferencias no pueden anular la unidad fundamental en el Espíritu y en la caridad.

El pueblo de Dios es diverso, como también nuestro colegio, pero vamos caminando y conviviendo juntos, hoy, que celebramos el Domingo por la Comunión, pero también cada uno de los días. Verás el gozo enorme de vivir entendiendo que aquel que tengo cerca, el prójimo, puede ser reconocido como compañero, como amigo, como hermano.

APUESTA POR LA LUZ FORMADA CON TODOS LOS COLORES

sábado, 24 de septiembre de 2022

Yo para ser feliz quiero un dron

 YO PARA SER FELIZ QUIERO UN DRON




Paso 1º: Tome un papel y un bolígrafo y anote en una lista todo aquello que quisiera, o si lo prefiere y tiene más a mano, un dispositivo digital, ya igualmente sirve realizarla en formato digital. Es decir, ahora mismo tiene usted licencia para plasmar en esa lista sus deseos, sus necesidades, sus caprichos... Por favor, un día es un día, no tenga en cuenta ni el precio de lo que quiere adquirir ni tampoco si se ajusta o no a su poder adquisitivo, solo céntrese en completar su lista de deseos. Anote.

Paso 2º: Revise a ver si se le ha pasado algo por alto. No hay prisa, tómese todo el tiempo que estime oportuno. No por salir corriendo a comprar se le vaya pasar algo importante por alto. Solo una vez que ya esté completa la lista y revisada pase al siguiente punto. Anote.

Paso 3º: Ahora pasamos a realizar un somero análisis: ¿Tiene la sensación de que podría seguir apuntando todavía más? ¿Entre los elementos que aparecen en su lista tal vez haya alguno que realmente no precisa para nada? ¿Cuántos? ¿Cree que podría ser aceptablemente feliz sin la mayor parte de lo anotado? ¿Prefiere hacer sus compras yendo de tiendas o cómodamente desde el sillón de su casa? ¿Considera que en alguna medida está siendo influenciado por la publicidad? ¿Se considera un consumidor responsable o poseído por una fiebre voraz de consumir?

4º Paso: Demos por finalizado el sucedáneo de autotest y pasemos a la reflexión, que es lo propio de este blog.

Da la sensación que en mayor o menos medida vivimos en una sociedad con una tendencia muy considerable a consumir. Tenemos y tenemos casi de todo, pero, no obstante siempre hay algo que nos falta, algo que añadir al carrito de la compra. Pareciera que nunca estamos satisfechos del todo. Que estamos programados con un ávido deseo de necesitar bienes, objetos y enseres de todo tipo y condición. Pero tal vez sea porque nos hemos instalado en una visión cercana, cortoplacista e inmediata, que ve poco más allá del quiero individual y egocéntrico. Y la felicidad se nos termina escapando de entre las manos a pesar de todos nuestros esfuerzos por atraparla.

Por eso nos vendría verdaderamente bien levantar la vista. No mirar tanto las pantallas, los escaparates y los catálogos y cambiar la perspectiva. Comenzar a mirar el mundo, mi vida, la realidad ganando cierta altura, más a vista de pájaro, tal y como logramos divisarlo todo desde las imágenes privilegiadas que nos proporciona un dron. Todo adquiere otro tamaño, menos distorsionado por nuestros intereses. Incluso hasta se descubre una nueva forma de belleza, dotada de un orden que ni siquiera habíamos percibido cuando lo mirábamos desde abajo.

En el evangelio de hoy se nos ofrece esta visión desde las alturas y descubrimos nuestras pequeñeces, tantas veces desapercibidos o aceptados como normales, y descubrimos que estamos demasiado apegados a tantas cosas que hemos podido perder de vista lo real, lo importante, lo que nos permite ser más humanos y fraternos. Ojalá que no lo olvidemos con tanta facilidad y veamos el rostro de nuestros semejantes y seamos capaces de atender a sus necesidades en lugar de centrarnos solo en las nuestras. Sí, resulta que así se ven las cosas desde el cielo, y el evangelio nos lo muestra reiteradamente.

Estemos más atentos a nuestro proceder y cambiémoslo antes de que nos ocurra lo que al rico que no compartió nada con el pobre Lázaro aunque lo tenía postrado a su lado. Lévántate y mira como quien tuviese un dron y lo pudiera contemplar de manera privilegiada.  ¿Cómo lo ves a vista de evangelio?

sábado, 17 de septiembre de 2022

VALOR SEGURO

 VALOR SEGURO



Se suele decir que si quieres saber quién es alguien, es necesario que conocer lo que en realidad ama, lo que valora. Uno mismo se puede también aplicar ese adagio: si quieres conocerte, trata de aclararte qué es aquello que más te importa. Pero es esta una tarea un tanto delicada, porque no solemos tener tan claras nuestras prioridades, nuestros valores, nuestras opciones fundamentales.

El evangelio tiende a hacernos confrontar de raíz con aquello que fundamenta nuestro corazón, a distinguir el grano de la paja y a tratar de tener una mirada profunda, que necesariamente nos permite alcanzar unas altas cotas de libertad personal. Justo eso es lo propio de la Palabra de Dios -además también de algunas otras lecturas-: que nos despierta e ilumina, nos hace levantarnos y empezar a avanzar. Por ello, la lectura y escucha asidua de esta Palabra es sin duda apostar por un valor seguro.

Este domingo el evangelio de San Lucas nos propone que el que es de fiar en lo menudo, también en lo importante es de fiar, es decir, que si uno cuida los detalles, lo pequeño, lo cotidiano, y te entregas y eres totalmente auténtico en cada una de las tareas que realices, serás capaz de mantener esas misma actitud en todo aquello que pretendas afrontar, por ingente que sea; pero si por contra te haces trampas a ti mismo (o a cualquier otro), muy capaz puedes llegar a ser también de engañar en muchas otras ocasiones. Por tanto, se de fiar tanto en lo poco como en lo mucho y podrás fiarte de ti, y los demás también lo harán, porque tú eres un valor seguro.

Pero también el evangelio nos hace caer en la cuenta de cuáles son nuestras ambiciones, cuáles nuestros ídolos, porque "no se puede servir a Dios y al dinero". Qué oportuno resulta que nos recuerden que no lo que nos proponen como lo más valioso (dinero, fama, prestigio, poder, posesiones...) es realmente lo que ambiciona de verdad tu corazón. Y que a menudo podemos estar apostándolo todo a esos valores que no son auténticos ni seguros, sino que llevan a hacerte ir renunciando a todo lo que te da plenitud.

Revisemos por tanto detrás de qué vamos, qué es lo que perseguimos y si es lo que nos conviene, o por contra no nos estaremos perdiendo lo mejor: el encuentro con los que queremos: la familia, la amistad, la sinceridad, el cariño, la ternura... Seamos fieles a nosotros en esto tan pequeño, y terminaremos siendo fieles a la voluntad de Dios: que nos amemos los unos a los otros como él nos ama, porque es este un verdadero valor seguro.

TENLO CLARO, NO TE DEJES EMBAUCAR 


domingo, 11 de septiembre de 2022

La alegría del reencuentro

 LA ALEGRÍA DEL REENCUENTRO


¡De qué manera tan admirable se va complementando todo aquello que vivimos con la Palabra de Dios! Acabamos de iniciar el nuevo curso, la tradicional vuelta al cole, con todas las penas y alegrías que conlleva. Sí, ya se han acabado las vacaciones, recuperamos los horarios, los madrugones, el esfuerzo, las obligaciones y responsabilidades, pero también recuperamos rostros amigos, besos, abrazos, sonrisas, emociones... Y de nuevo volvemos a estrecharnos las manos (ya sin restricciones ni distancias de seguridad), recuperamos las amistades, los vínculos y complicidades con los demás: me reencuentro con mis compañeros y profesores, y nos alegramos de volver a estar juntos otra vez.

Nos produce verdadera alegría poder volver a relacionarme con todos aquellos con los siento que forman parte de mi segunda familia, porque me reconocen, me aceptan y aprecian. Y yo correspondo a ese recibimiento con entusiasmo.

Pues de igual manera en el evangelio de este domingo XXIV se nos habla de reencuentro, de reconciliación y de alegría y celebración. Nada da mayor satisfacción a la persona que ser para los demás y encontrarse unido con los demás. A veces puede pasar que, por distintos motivos, esa relación valiosísima que tenemos los unos con los otros, se va deteriorando, o simplemente se va perdiendo, y nada hay que pueda producir mayor gozo que poder volver a restablecerla.

Así, Jesús, nos propone hoy tres parábolas: la de la oveja perdida, en la que el pastor va a buscarla y se reencuentra con ella y la vuelve a integrar en el rebaño; la de la mujer que pierde la moneda y la vuelve a encontrar y comparte su júbilo con amigas y vecinas; o la del padre que ve como se aleja su hijo, pero después, pasado un tiempo y un duro proceso de aprendizaje, regresa al amor de padre, y este lo celebra por todo lo alto.

También estas páginas, además de la alegría del reencuentro, nos hablan de la misericordia y del perdón. En realidad, quien más y quien menos, todos hemos metido la pata alguna vez, nos hemos equivocado, y hasta hemos podido hacer daño a otros, incluso a nuestros seres más queridos, interrumpiendo esa relación de cariño, cercanía y confianza. Pero Dios hoy nos invita a reencontrarnos, a restablecer esa relación, a revitalizar el amor por encima de toda ofensa.

¿Es posible recomponer aquella relación resquebrajada? ¿Es posible reencontrar el camino perdido y retomar el camino que posibilita el reencuentro? Sí, lo es, pero para ello hay que sanar previamente tantas heridas. ¡Levántate, ponte en camino y vuelve adonde está tu Padre esperándote! Él nunca se cansa de esperar y además te tiene preparada una gran fiesta, porque eres su hijo y te recobra con vida.

Que este reencuentro de comienzo de curso, tan lleno de alegría e buenas ilusiones, nos indique el mejor modo en el que podemos convivir los unos con los otros en el colegio durante este, y también en casa, siempre creciendo y favoreciendo las relaciones con padres, amigos, hermanos, compañeros, profes. Posibilitemos un nuevo comienzo, concedámonos una nueva oportunidad. 

¿ESTÁS DISPUESTO A REENCONTRARTE CON TODOS Y CON DIOS? 

lunes, 5 de septiembre de 2022

LEVÁNTATE

 LEVÁNTATE



Levántate, pues vamos a empezar un nuevo curso, y la actitud con la que lo vas a protagonizar es clave.
No podemos dejar de aprovechar la ocasión del nuevo curso que se nos presenta. ¡Vamos a por todas desde el comienzo!

Levántate, deja de lado las distracciones, las inercias, las rutinas y las comodidades. Rompe con la monotonía y atrévete a sentir la vida con toda la profundidad de que seas capaz. Asómbrate de la realidad en la que estás inserto y de la que formas parte. ¿Te has parado a contemplar la hermosura admirable que te rodea? ¿A qué esperar para apreciar el regalo inmenso de la existencia?

Levántate, busca activamente qué quieres conocer, quién eres en realidad, qué te hace feliz, hacia dónde quieres orientar tu vida. Busca aquellos horizontes que merezcan la pena y encamínate a ellos con pasión y decisión. Tal vez en tu búsqueda sincera descubrirás que hay un Dios que también te busca a ti, que te ama y apoya incondicionalmente. Por tanto, no tengas miedo y persevera en tus búsquedas, porque la verdad no espera al final del recorrido, sino que se deja ir vislumbrando a lo largo que lo recorres.

Levántate, es preciso que empieces a tomar algunas decisiones. No grandes decisiones que marcarán decididamente tu vida. Aún no es el momento para ellas, pero sí las decisiones de cada día sobre tus pequeñas opciones. Porque uno llega a ser aquel que poco a poco ha ido haciéndose consigo mismo y con los demás día a día, jornada a jornada. Trata, por tanto, de elegir aquello que más te conviene, a ti y a todos, pues uno no vive exclusivamente para sí mismo. Sopesa las razones, pero también escucha a tu corazón y a tu conciencia. No pasa nada por equivocarse, lo importante es rectificar y seguir avanzando.

Levántate, actúa. Que no se te queden en meros sueños aquello que deseas. Lucha por realizarlos. Empieza a hacer realidad ese mundo de anhelos que llevas dentro. Comunícaselos y compártelos con los demás, encontrarás más personas afines con las que podrás más fácilmente llevarlos a cabo. Eres para los demás, y con ellos podréis empezar a arreglar este mundo, para que sea el mejor de los mundos, donde haya lugar para todos, y nos ayudemos los unos a los otros.

Levántate, porque merece la pena tomar las riendas de tu vida con ánimo, y aprovechar cualquier oportunidad para seguir aprendiendo y creciendo. Levántate -ahora y cada día- y ama lo que eres y lo que haces, y alégrate, pues el que ama acierta.


Levántate.
Abre los ojos.
Abre tus cinco sentidos.
Rescata tus sueños.
Deja entrar el aire fresco de un nuevo amanecer.
Deja que la luz vuelva a dar color al vacío de tu clase.
Reflejo de tu paso por la vida.

Levántate.
Devuelve la calma a tu corazón intranquilo.
Despierta esos sueños que un día quedaron dormidos.
Mírate en el espejo y busca el reflejo de tu sonrisa
que quedó allí disipada.

Levántate.
Levanta los ojos al cielo.
Vuelve a mirar la luz de las estrellas.
Déjate mojar por el rocío fresco de la mañana.
Vuelve a la vida.
Sal de la comodidad de tu concha.
No brilla la belleza si no somos y le damos luz de frente.

Levántate.
No tengas miedo de pisar la tierra descalzo.
Sentir el frío bajo los pies es también señal de seguir vivo.
No tengas miedo de arriesgar, de apostar, de gastar la vida por amor.
No tengas miedo de dejarte tocar por la luz para poder iluminar a tu paso.

Levántate.
Sigue soñando.
Sigue arriesgando.
Sigue amando.
Sigue viviendo.
Sigue perdonando.
Sigue buscando ser auténtico.
Sigue apostando por algo más grande. 
Sigue buscándote para encontrarte.
Sigue siendo lo que eres.
Porque eres hermoso-hermosa.
Eres precioso-preciosa.
Eres valioso-valiosa.
Porque simplemente ERES.

OS DESEAMOS UN MUY FELIZ CURSO LLENO DE SENTIDO